lunes, 16 de mayo de 2011

Las víctimas de los clásicos

"Lo único importante en esta puta vida es saber
dónde está el hormiguero para meterla"
Folledo


Ignacio Ruiz Quintano

Abc

Antes de los clásicos, Guardiola olía a colonia, y Mourinho, a napalm. Tener aroma es un privilegio que los dioses conceden a muy pocas criaturas: el olor, dice mi ensayista, es como la generosidad de las cosas impacientes de entregarse. Y se entregaron tanto que ahora Barcelona y Madrid dan síntomas de chifladura, como los sonados de Clay y Frazier tras sus palizas.

Si los boxeadores van por la calle haciendo sombra, los futbolistas van por los periódicos diciendo boutades. «Para mí, que viví quince meses de fascismo español, es importante leer algo de Mao, de Guevara y de Lenin», dice Breitner, aquel simpático tamagotchi de don Santiago Bernabéu. ¿Y las cosas que dice Cruyff?

Cruyff es un holandés al que Bernabéu no fichó «porque no me gusta su jeta», y entonces lo contrataron los culés, que desde el principio lo prepararon para ser «avi», condición preciosa que no se produce espontáneamente entre los catalanes, sino que lo logran a la manera que las hormigas y las abejas, dice mi costumbrista, logran sus reinas.

El abuelo catalán tiene la función de segregar sobre aquella cuestión que se le asigna la sugestión de su patriarcalismo. Él detiene la violencia de los adversarios, formando un muro con su piel arrugada; arrugas localizadas en el ángulo externo de los ojos, para insinuar la idea de que ha sonreído muchas veces con larga bondad. Hablan y el respeto a la vejez impide contradecirles

En su papel de «avi», Cruyff señaló a Pepe como Catón a Aníbal, y con Mourinho callado como un tuso no se cansa de agitarle trapos rojos. ¿Por qué? Lo tienen todo. La Liga. Wembley. Al pequeño Messi, que quizás no gane el Pichichi, pero que hace cosas extraordinarias, como golpear la puerta de emergencia de un avión en vuelo para celebrar un título futbolero. ¿Por qué, si son los amos, se lo montan de víctimas?

Nosotros no celebraríamos la Copa —dice Rosell.

Nosotros nunca haríamos lo que ellos hacen con Busquets —dice Bartomeu.

Un periodista de nombre Cristo pregunta a Guardiola: «El Madrid ha dicho que ellos no acusaron a Busquets. A pesar de ello, ¿cree que ha actuado con falta de patriotismo?». A lo que el Gandhi de Ibrahimovic contesta: «Ahora ya no toca hablar del Madrid, pero todo el mundo sabe cómo ha sido».

¿Patriotismo, dice Cristo?

Bueno, estas cosas ya las teníamos leídas en la parábola del fariseo y el publicano según San Lucas (18.9-14, para no confundir con el Georg Lukács de Breitner).

Seguir leyendo: Click