domingo, 4 de julio de 2010

La cochina realidad


Alineación a la derecha


José Ramón Márquez


Ya han concedido la prórroga en las Ventas a Taurodelta. Lo suyo en estos casos es, como buenos españoles, rasgarnos las vestiduras y decir que esto es indignante, que es una vergüenza -verguenza en la ortografía del tendido 7- y que dónde vamos a ir a parar.
Para no seguir los caminos trillados, recordemos que primero fue ‘Fuera Chopera’, que se continuó después por ‘Fuera Lozanos’ y que, como cada santo tiene su octava, aquí tenemos escenificado el ‘Fuera Taurodelta’. Se ve que es consustancial al aficionado chipén estar echando siempre al empresario, como prueba de insobornable independencia y rigor exquisito en la censura.

Yo creo que estos Choperón de Taurodelta, que no son lo que se dice santos de mi devoción, empezaron mal y no han seguido con gran lucimiento. Creo que son empresarios poco imaginativos y que van bastante a la deriva aprovechando el abono cautivo que han heredado y que no se molestan en mantener. Pero creo también que su gestión está completamente mediatizada y lastrada por la constante injerencia de la propietaria del coso, la Comunidad de Madrid, representada por el zascandil inservible del Centro de Asuntos Taurinos, asesorado a veces por conventos de aficionados constituidos en logias de influencia.
Creo que la falta de personalidad y de auténtico poder de los empresarios, unida al entrometimiento perenne de la institución que sólo se debería ocupar de exigir el minucioso cumplimiento del pliego de condiciones del concurso de adjudicación, es lo que da como resultado la pésima imagen de la empresa de Madrid, porque el hecho es que en estos Choperón manda hasta el apuntador.

Realmente es difícil poder juzgar limpiamente la gestión de Taurodelta, dado que no es Taurodelta, ella sola, quien está gestionando la plaza, y ni siquiera da la impresión de que sea Taurodelta el actor principal en la gestión. Es evidente, por ejemplo, que si la Comunidad ejerciese una puntual vigilancia sobre esta gente no les debería haber permitido seguir con la farsa ésa de la feria del Aniversario, pero ese ridículo invento tenía y tiene su justificación para poder traer a Madrid a toreros del gusto de los Consejeros y de las altas instancias de la Comunidad fuera del ‘fragor’ de la feria auténtica.

Pongamos un ejemplo: en Sevilla, Canorea -gestión empresarial pura- no se arregló con Tomás en los cuartos que le pedía y prescindió de él en sus carteles. En Madrid hubo que contratarle por narices y pagarle su morterada, aunque los empresarios no estuviesen de acuerdo en esos emolumentos, porque se les exigía que así fuese. La pasta de Tomás se consiguió rebajando el sueldo a los que se dejaron, prescindiendo de los que no se dejaron y componiendo carteles en los que siempre entraban uno o dos de los baratos, para que aquello no se desmandase, porque el fin de la Empresa es, ante todo, ganar dinero, por si alguien lo había olvidado.

O sea, que mientras no se haga una raya neta que separe perfectamente la gestión empresarial de toda esa horrible casta de los políticos y sus mamporreros, da todo lo mismo, porque seguirán imperando sus caprichos, y si después de estos viniese Simón Casas, en seguida le dirían ‘Fuera Simón’, y si viniese Serolo sería ‘Fuera Serolo’, y si trajesen a Maximino, a los cuatro días estaríamos con el ‘Fuera Maximino’.
Y luego están los que claman por una gestión pública de la plaza, pero de eso mejor ni hablar, que entran sudores fríos.