lunes, 1 de mayo de 2023

Tucker Carlson en el Orient Express (o por qué lo despidieron, realmente)


El niño Tucker Carlson con su papá

 

Javier Bilbao

 

La historia les resultará familiar a muchos y como ya hace casi un siglo desde que Agatha Christie la publicó, permítanme incluir el desenlace. El tren en el que viajaba Hércules Poirot desde Estambul a París se convierte en escenario de un crimen del que el protagonista, tras una meticulosa investigación, termina descubriendo que cada uno de los pasajeros tenían un poderoso motivo para cometerlo… Aunque finalmente decide contar a la Policía que fue un desconocido que logró colarse en mitad del trayecto, apuñaló a la víctima a saber por qué y luego desapareció. Era mentira, pero más fácil de explicar que una verdad escandalosa que implicaba a tantos y, además, ¡la víctima se lo merecía! Ea, caso cerrado y a otra cosa.

Algo parecido hemos podido contemplar con cierto asombro esta semana en los medios españoles y su manera de explicarnos el despido de Tucker Carlson por la cadena Fox News. Uno creía conocer desde hace años al personaje y resulta que no. Ha tenido que llegar la mente-colmena mediática con su provisión de «ultra-», «extrema-» y «conspirativo» (así se sitúa a quien toque fuera de los límites de lo aceptable) a contarnos que este «faro de la ultraderecha» y «periodista mentiroso más famoso del mundo» ha sido despedido por difundir fake news en relación a las máquinas de votación de la empresa Dominion, que le costaron al canal televisivo una indemnización de 717 millones. Ésa es la explicación oficial, mil veces martilleada en las mentes de todos aquellos que no conocían siquiera quién era este tal Carlson. Además, al fin y al cabo ¿por qué debería importarles si acaso no fue así? Eso es lo que me propongo desarrollar a continuación: por los temas que abordó esta estrella del periodismo (aunque historiador de formación) sí nos convendría sentirnos concernidos por quién era y qué decía y no, ese asesino misterioso señalado no sería el culpable en un vagón lleno de sospechosos.

Para empezar cabe señalar que tenía tres veces más audiencia que cualquier otro presentador de informativo y, curiosamente, más seguidores demócratas registrados entre ella que la misma CNN. Si tan próximo era al estadounidense común y corriente —¡incluso al demócrata!— entonces empieza a resultar un tanto extraño el relato inicial de que era un extremista, marginal emboscado y ultra de una facción (aunque ya estemos bastante habituados a la criminalización de las mayorías y a que lo excepcional se considere norma). Es su popularidad y no su supuesto extremismo lo que lo hacía incómodo para el poder. Curiosamente un día antes del anuncio de su despido se publicaba una entrevista a la congresista Alexandria Ocasio-Cortez en la que reclamaba una ley federal impidiera a Carlson expresarse «porque incita a la violencia». Por su parte, en otra entrevista de hace un par de meses el ex primer ministro inglés Boris Johnson se mostraba «horrorizado» por su influencia en los republicanos. Otro político, Robert Kennedy Jr., (de quién la pasada semana publicamos este discurso traducido al español) reaccionaba a la noticia del despido de Carlson atribuyéndolo a la influencia de las grandes farmacéuticas a las que ha criticado duramente en varias ocasiones en su programa. Seguimos. Wall Street Journal, un medio propiedad de los mismos dueños que el canal, publicó un par de días después este artículo difamatorio señalando que la causa del despido sería su supuesto racismo y sexismo —los comodines habituales contra cualquier figura pública a la que se quiera denigrar desde hace años— por lo visto expresado este último en comentarios privados que incluían palabras malsonantes que aluden a los genitales. Respecto a los propietarios de la cadena Fox News, también encontramos el dato curioso de que Carlson criticó en ciertas ocasiones en su programa al fondo de inversión BlackRock y este pasó en febrero a hacerse con el 15,1% de la compañía. Los comentaristas de la CNN, donde Carlson no goza de gran simpatía precisamente, sopesaban aquí el hecho de que el despido no tendría una causa única sino que fue la acumulación de muchos factores a lo largo del tiempo.   

Un momento, ¿pero entonces dónde queda aquello de Dominion y la indemnización millonaria que nos habían explicado los medios españoles? ¿Es que toda esta gente no se informa por la Cadena Ser o El País? Permítanme un inciso antes...

 

Leer en La Gaceta de la Iberosfera