jueves, 30 de junio de 2022

Morenas

 

    En el puesto del mercado de Barbate donde suelo permitirme algún capricho por este tiempo de atunes, el propietario enseña esta mañana unas morenas que es pieza que gusta mucho a los pescadores del Estrecho. Tanto lo celebran que no acabo de comprender los elogios de los trabajadores de la almadraba, ¡la gente del atún!,  a tan, a su parecer, sabrosísimo bocado.

 
  Hace tiempo probé la morena, con mucho reparo, la verdad, y sería capaz de volverla a comer si en cuadrilla se pidiera para compartir -suele servirse frita-, pero a mí me va más el atún almadrabero, por supuesto, o el tiburón cazón y los benditos salmonetes que acarrea nuestro buen hombre.

F.J.G.I.

Gregorio Corrochano, el cronista de conjuntos


102 años de la muerte de José Gómez Ortega, Joselito Gallo,
 narrada por Corrochano


ABC AL PASO

El crítico de conjuntos

GREGORIO CORROCHANO PIERDE LAS NOTAS DE LA CORRIDA Y CUARTERO LE DICE QUE HAGA "UNA CRÓNICA DE CONJUNTOS"


Ignacio Ruiz Quintano

    Gregorio Corrochano, único Papa de la Crítica Taurina, tiene arranques literarios de una belleza céliniana (para los novísimos: de Céline, no de Cela). Por ejemplo:

    –Andábamos en ABC cuidando mucho la información de la guerra del 14 cuando murió Dulzuras, nuestro revistero de toros.
    
Dulzuras (que, en realidad, muere cuatro meses antes de la guerra) es Manuel Serrano García Vao, que lleva en ABC el cuento de los toros, que se cuentan de uno en uno y por su orden. Es un trabajo sin firma, y Corrochano va de pinche a la grada del 9 con Dulzuras, que le enseña (no es ninguna tontería) a seguir con la vista al toro, pues donde está el toro está la corrida. Muerto Dulzuras, don Torcuato llama a su despacho a Corrochano para encargarle la sección de Toros.
    
Cuando los periódicos eran grandes, había un instante sagrado, ese vértigo que se abre ante el primerizo cuando la mano del director (dirigir, recuerda Corrochano, es algo más delicado que mandar) se posa sobre tu hombro con la fórmula “tuyos son los toros” (o “tuyo es el fútbol”, como me dijo a mí Ansón) y sales de allí en globo y con aspecto de pianista precoz.
    
A mí con que no me confunda usted un par de banderillas con una estocada, me basta. Usted será cronista de toros –dice don Torcuato a Corrochano, que hace el relato que es la gran lección del triunfo periodístico.
    
Al empezar, se siente acechado por aquellos solicitantes “que nunca supe quiénes fueron”. Y un día, en una nota de una corrida de provincias, hay una errata. Dice: “Picando se distinguió Gamero”. Un periódico taurino arremete contra el nuevo y dice: “Cómo se ve que al frente de la sección taurina de ABC no está ya Dulzuras. ¿No sabe usted, señor Gorrochano, que el picador se llama Camero y no Gamero?” El aludido contesta: “Sí lo sabía, y para que no vuelva usted a caer en la misma errata que yo, le hago saber que yo me llamo Corrochano y no Gorrochano”.
    
Lo que se me resistía era ir paso a paso con la corrida. Pero no me atrevía a romper las normas tradicionales de ABC. Hasta que un día llegué a la Redacción y le dije al redactor-jefe, el inolvidable José Cuartero: “He perdido las notas de la corrida y no puedo hacer toro por toro”. Cuartero, masticando el puro, me dijo: “Haga usted una crónica de conjuntos”. No esperaba yo otra cosa ni otra oportunidad para variar el estilo de la revista de ABC.
    
Había nacido la crítica de toros literaria, cosa que escapa a un inteligente como Neville (“Realmente los críticos taurinos han llegado a un grado de cursilería fabuloso. De esto tuvo un poco la culpa don Gregorio Corrochano; pero éste, por lo menos, tenía muchísimo talento”).
    
A la noche siguiente, entra don Torcuato a la Redacción y dirigiéndose primero a Cuartero, como siempre, pregunta: “¿Quién ha hecho hoy la crónica de toros?” “Corrochano”, contesta.

    –Y viniendo a mi mesa don Torcuato, me dice: “Muy bien. Siga usted haciendo crónicas y fírmelas. Ya le dije que usted sería cronista de toros”.


Gregorio Corrochano
 
[31 de Julio de 2020]

Jueves, 30 de Junio

 

Siesta inglesa

miércoles, 29 de junio de 2022

Julio Camba, el gato en el tejado




ABC AL PASO

El gato en el tejado

JULIO CAMBA, "LA INTELIGENCIA MÁS PURA Y ELEGANTE DE ESPAÑA", PERO EN LOS 80 CITARLO ERA DE FACHA


Ignacio Ruiz Quintano


    Julio Camba es el único gato que ha dado el periodismo español. Todo lo demás han sido o perros (cuzcos) o pájaros (de cuenta).

    –¿Camba no es el que se descojonaba de la República? –oí decir una vez a un director que luego se presentó al premio Camba (¿habrá algo más a la contra de Camba que un premio Camba, cosa que, desde luego, encantaría a Camba?).

    En los 70, en Madrid, los renacuajos de la demonarquía (gobierno de las ranas, para Alejandro Sawa) literaria se alimentan de Umbral, pero a Umbral uno lo trae leído de la provincia, y en la capital se le hace un Amilibia perdido en el cruce de la “inmensa minoría” de Juan Ramón y la “inmensa mayoría” de Blas de Otero, entre la mística un poco cochinona de don Pedro Sainz Rodríguez y la poesía pesadísima de Celaya, que era social, como la policía política.

El escaqueo del Periodismo complutense (donde te metes en un lío si opinas que la democracia representativa es cosa más de Hamilton que de Suárez y Carrillo) está en Camba, aunque citarlo en los 80, cuando nadie lo lee, es de facha. Así que, entre Umbral, el contraportadista de “El País” (lo tratamos en los cotillones de Pilar Trenas en su casa de las afueras, donde le levantas la copa al mismísimo Pepe Martín, conde de Montecristo), y Camba, el portadista de ABC (sus artículos arrancan en portada), uno mira a Ullán (¡bendecido por Ruano!), que un agosto le levanta la última de "El País" a Umbral y que te da la distancia buena en un oficio en el que todo lo que no cambia de espacio, cambia de tiempo.

No te imaginas a Camba en ese mercado de giliporcelanas madrileño de las negritas (“a cada negrita mía, diez de las tuyas”), morse del prestigio de la recita.

A Camba lo sorprende una tarde Bonafoux restregándose las legañas frente a un buzón de Correos donde ha echado un artículo, que no puede salir porque el buzón está cerrado por ser domingo y, escéptico y tranquilo, pregunta:

¿Habrá ocurrido algo importante en este país desde hace unos cinco o seis días?

Camba es gato de tejado. Es decir, la inteligencia más pura y elegante de España (Ortega); el cronista más agudo, divertido y sarcástico del periodismo (Luis Calvo).

Un gran escritor que no lo sabe, y a quien la profesión, el tener que ganarse la vida escribiendo, le amarga la vida.
 

Camba con Borita Casas y Juan Cristóbal


Escribe poco y corto (¡escribe a la fuerza!), pero treinta y cuarenta años después de su muerte, el primer lunes de cada mes, sus Amigos (eso que nunca tuvo) se citan en Casa Ciriaco (donde la bomba de Morral, por la que Camba estuvo declarando) para cenar a su salud la gallina en pepitoria de Ángel Chicharro. Allí nos enteramos por José María Alfaro de que Ortega llevaba en su cartera un retrato de Gary Cooper.

Borita, ven, que te embalsamo –le dice al irnos, en el guardarropa, Olano a Borita Casas, desplegando el gabán de falso astracán adquirido con los ahorros de “Antoñita”.

  ¿Cómo no echar de menos a todos esos locos fantásticos?

No sé si Camba seguirá vivo. Su muerto, el que todos llevamos al hombro, inspiró el disparo de Belmonte.
 


Miércoles, 29 de Junio

 

WC

martes, 28 de junio de 2022

Una tarde con Curtis Yarvin

 




Ignacio Ruiz Quintano

Abc


    Andalucía es esa España feliz que va de los abazones de hámster de Susana a los carrillos de ardilla de Juanma, despensas del Régimen para el mañana, que es hoy, y todo sin más campaña que un selfi de dos mil euros en Málaga con Obama, a quien Juanma prometió arreglar el “cambio climático”, pues Andalucía, siendo la tierra de Blas Infante, “también es Europa” (“el islam es Alemania”, dijo un día frau Merkel al turco Davutoglu).
    

Europa es hoy como los griegos bajo el imperio: la Academia de Platón seguía funcionando, los romanos ricos mandaban a sus hijos a estudiar allí…, pero todo estaba muerto –le va contando Curtis Yarvin a Hughes en una plaza de Mérida, punto de encuentro entre Lisboa y Madrid, donde se va cociendo al fuego (“¡el calor del fuego y el pronombre inmenso!”) la entrevista a la que, en testimonio de admiración, asisto como oyente.


    Yarvin, otro “muchacho excelente” de Silicon Valley (¡qué tiempos aquéllos, cuando el hermano de Juan Guerra prometía hacer de Andalucía el Silicon Valley europeo!), viene de Portugal, con su hija, en un coche italiano que al regreso lo deja tirado (“¡es italiano!”) en un bar de la carretera (¡el doctrinario de la monarquía futurista tirado en el asfalto como el Marinetti de “España veloz y toro futurista”!), contratiempo que nos trae la felicidad de alargar la charla hasta la madrugada.


    No se parece este Yarvin a su caricatura en Wikipedia (al verla, sus dos hijos lo abordaron con lágrimas en el desayuno: querían saber si su padre era el que pintaban, y acabaron muertos de risa), y cuando habla resulta tan brillante como cuando escribe: lejos, muy lejos, de la agnosia liberalia de nuestros yesaires del 78 y sus gatitos de escayola con la Constitución que nadie cumple y nuestros ko-ko-ro-kos del “Estado de Derecho”, tautología cuyo origen y significado ignoran o pasan por alto.


    La Europa que conocimos está muerta, y la democracia americana, también, razón por la cual los anglosajones que creen que lo suyo es lo de Weimar vuelven sus ojos a Schmitt (Ellen Kennedy, William T. Cavanaugh, Stephen H. Webb), fundador de la ciencia constitucional, y quien más hondo ha penetrado la idea de poder. Se charla de poder. Se charla de lo político, que es el poder, y de la política, que es la pelea por conquistarlo.


    –Los regímenes pasados de moda caen. Lo “fashion” viene de las elites, que ahora, al universalizarse el izquierdismo, dejarán de ser izquierdistas. Los americanos elegirán a alguien que entregue el poder a un verdadero Ceo.
    

Los americanos descubren en Schmitt que todos los conceptos importantes de la moderna teoría del Estado son conceptos teológicos secularizados: el Dios omnipotente se convirtió en el legislador omnipotente y toda estructura política está sostenida por una “imagen metafísica” del mundo.


    Y se charla de “Human Smoke”, de Baker. Yarvin lo hace con tanto entusiasmo que, de no ser por su hija, que, atenta, la ve pasar, perdemos la grúa portuguesa que viene a rescatarlos.
 



Con Yarvin y Hughes en el templo de Diana

A Gibbon la redacción de la Declinación y caída del Imperio Romano se le ocurre en Roma, cuando entre las ruinas del Capitolio oye orar a los franciscanos

Martes, 28 de Junio

 


Sea Barber

lunes, 27 de junio de 2022

El toque aureliano

 


 

Ignacio Ruiz Quintano

Abc


    El toque aureliano es el toque Aurélien Tchouaméni (pronúnciese “Orelien Shuameni”), un toque de distinción para robar (balones) en el campo y para vestir en actos oficiales del Real Madrid, aunque incluyan el himno de la Décima.
    

La Constitución no escrita del Real dice que en el Madrid está feo defender, salvo que no haya más remedio… y se haga con elegancia, que es precisamente la elegancia aureliana que aporta Aurélien Tchouaméni, que tiene nombre de emperador soldado (“restaurador del mundo”, nada menos) que nos dejó en Roma unas murallas aurelianas que fueron el último sistema defensivo del imperio, como lo que se espera de Tchouaméni en el Bernabéu de la post-historia.
    

Aureliano no es un emperador que suene, y, sin embargo, puede decirse que, de no haber existido Aureliano, a Gibbon le hubieran sobrado cinco de sus seis tomos sobre la declinación y caída del imperio romano.


    La primera alegría que nos llevamos con Tchouaméni fue verlo llegar tan bien vestido a su presentación en Madrid. Aquí estamos acostumbrados a los ropasueltas del mundillo, que van a los sitios disfrazados de alcaldes (ese falso sport que ha puesto de moda Almeida para no desentonar con su socio comunista, el sobrinazo de Doña Carmena, Don Luis Cueto Álvarez de Sotomayor, Sobrino Mayor de Cibeles y Campo de las Naciones, Gran Manitú de Pregoneros, Almotacenes, Alarifes y Porteros, que nada ha de envidiar del regidor Bernardo de Sosa, sobrinazo de doña Ana de Henao), y por eso causó sensación el traje de Tchouaméni, con un par de zapatos nuevos que relucían como dos curas acostados.
    

Tenemos la idea de unos futbolistas obligados a vestir traje, que ellos estropean con unas zapatillas blancas, como milikitos (Emilio Aragón en “El gran juego de la oca”, con smoking negro y tenis blancos) pasados de fecha. Al emperador Aureliano lo describe Gibbon entrando a Roma en un carro capturado a un rey godo y tirado por cuatro elefantes, y el medio centro Aureliano entra al Bernabéu magníficamente trajeado, mejor calzado y con la palabra “desafío” en la boca: quiere triunfar en el Real Madrid, y con el número “18”, que es, dice, de los que le ofrecieron, el más parecido a su favorito, el “8”.


    –Todas las cosas son ocho –dice un proverbio griego, porque los griegos los tenían por número todopoderoso.
    

Puede que todas las cosas sean ocho, pero eso no hace que el 18 pueda pasar por 8. El periodismo deportivo en seguida ha echado sus cuentas, para concluir que con el 18 a la espalda todavía no ha triunfado nadie en el Real Madrid, donde lo llevaron Rubén de la Red, Saviola, Cassano, Albiol, Nacho Fernández, Lucas Vázquez, Paco Llorente, Mariano, Woodgate, Faubert… y Bale en su segunda etapa (tras su año con Mourinho en Londres), nombres que ayudan a explicar que Tchouaméni responda a todas las preguntas de los periodistas con la palabra “desafío”.
    

Con 19 años, tenía carencias al jugar de espaldas: no sabía darse la vuelta y la devolvía y empezamos a trabajar de manera individual con él –ha dicho de Tchouaméni un ex entrenador suyo, Roberto Moreno, ex alter ego de Luis Enrique, que debe de saberlo todo sobre descuidar en el fútbol las espaldas.
    

Completa la formación defensiva de Tchouaméni su cinturón amarillo en judo. En el futuro centro del campo del Real Madrid actuarán un judoca, Tchouaméni; un karateca, Camavinga (primicia de Valdano, que se pasó media temporada comentándolo); y un aprendiz de ambos en la alegría, Valverde, que cuando celebra algo estira la pierna contra lo primero que tenga, como la espalda de Davide Ancelotti en la celebración del título de Liga. Darán que hablar.
    

En la pendiente triunfalista del Madrid, que siempre tiende a la democratización (es decir estropicio) del gusto, viene muy bien este aporte inesperado de elegancia por parte de un joven futbolista recién llegado. ¿Qué estímulo tiene ser elegante en un ambiente triunfalmente zafio?, se preguntaba Ruano ante Marbel, primer elegante de Madrid, allá en los 50, detractor de Dior y discípulo de Paul Poiret (“J’ai un petit espagnol avec moi qui me surpasse”).


    –¿Un modista puede dar elegancia?
   

 –No. No puede más que vigilar la cursilería.
    

O sea, que el toque aureliano es una distinción que viene de serie.
 

 


 

¡SEGUNDOS FUERA!


    El grito que más gracia nos hacía en las veladas de boxeo del Campo del Gas era el de “¡segundos fuera!”, con Olano guiñapeando un “¡pero qué rabia tiene ese señor a los segundos!”. Para segundo en el Atlético Simeone se ha fijado en Gustavo López, una de las voces que argentaban la liga española en TV, donde se despacha un fútbol, no de comunicadores para el aficionado, como fue en su día la escuela de Matías Prats (Cañete, por favor), sino de profesionales para profesionales (¡los apuntes de trigonometría de Álvaro Benito!), con el oyente como convidado de piedra, que se sienta a ver un partido con la pereza de un opositor en el examen final para el Catastro: lateralidad, bloque bajo, palo largo, etcétera. Al cholismo, que es el justicialismo (“aforismos sociales con aire de epístolas pontificias”) aplicado a la cancha, le faltaba palique, y Gustavo López nos lo va a dar.

[Lunes, 20 de Junio]

Lunes, 27 de Junio

 


Le Temps retrouvé II

domingo, 26 de junio de 2022

Remembranzas trevijanistas IX




MARTÍN-MIGUEL RUBIO ESTEBAN
Doctor en Filología Clásica


La verdad es el fundamento de la democracia y de la libertad política, y sólo a través de la diversidad de opiniones o plurilateralidad, que diría John Stuart Mill, puede abrirse paso la verdad. Para todo demócrata la verdad se ofrece a todos, aún no ha sido ocupada; y mucha parte de ella ha sido dejada a la posteridad. Quienes hemos luchado por la libertad en este país, aun a riesgo de nuestro propio bienestar, como le ocurrió de forma ejemplar a nuestro maestro García-Trevijano, no podemos jamás olvidar –por propia coherencia– aquellas hermosas palabras que un Séneca evocador de Catón recordaba a su joven amigo Lucilio

“No he luchado por mi libertad, sino por la de mi patria; no he trabajado con tanta constancia para vivir libre como para vivir entre libres” (Carta XXIV).

Es una aberración de índole político que merced a la censura administrativa el intelectual ejerza su oficio con miedo, pues como sigue diciendo Séneca a su joven amigo: “No puede ser honesto lo que no es libre, pues temor es servidumbre” (Carta LXVI). Que se diga o que se escriba lo que se quiera, y que el ejercicio de nuestra propia libertad (v. gr. defender o no hoy la posición de Rusia) sea exaltado o ridiculizado por la libertad de los demás La libertad es el derecho a la “diferencia”; siendo pluralidad, postula la dispersión de lo absoluto, su solventación en un polvo de verdades, igualmente justificadas y provisionales. Si el régimen pilotado hoy en España por el marxismo acaba con la libertad de expresión, y con sus consiguientes corolarios, como la libertad de imprenta, de cátedra o de pensamiento, habrá perdido la única hoja de parra que le queda para cubrir sus vergüenzas definitorias.

Javier Sádaba era otro miembro de las Otras Razones trevijanistas de La Razón de Anson. Sádaba es una persona muy agradable, escucha con atención a los demás, y ello le da una imagen de hombre humilde y extremadamente educado. Por aquella época –finales de los 90– trabajaba la ética biocentrista, mucho más exigente que la antropocéntrica. Entonces aún las éticas medioambientales, que ahora son un tema de moda y omnipresente, estaban en pañales, y Javier Sádaba fue uno de sus pioneros, no sólo en sus magníficos libros, sino también en los periódicos y hasta en las tertulias de televisión, hablando de los derechos de todos los seres vivos, como animales, plantas y ecosistemas. También era un estudioso de la religión desde una perspectiva de la filosofía moral. Le incomodaba un poco que España, habiendo tenido una presencia musulmana de más de setecientos años, no tuviera, sin embargo, en la instancia universitaria buenos profesionales del hecho musulmán y del Islam, y que un español que quisiese enterarse bien de la civilización árabe tuviera que marchar a París. Por estas dos razones, sus investigaciones sobre el biocentrismo inicial y sus estudios del fenómeno religioso, Trevijano lo reclutó para Otras Razones. Javier representaba el progresismo abierto, jamás dogmático, siempre humanista y acogedor. Como Sócrates, bajaba la filosofía a lo cotidiano, a la realidad del hombre ordinario. Esto es, a la vida. No he vuelto a saber nada de él, pero espero se encuentre bien y siga escribiendo.

La obra de Antonio García Trevijano, Frente a la gran mentira, Espasa Calpe, noviembre de 1996, ha sido ya reconocida como una obra maestra absolutamente insoslayable dentro del pensamiento político. Nadie a partir de ahora que quiera analizar o profundizar teóricamente sobre ese sistema político que se llama Democracia lo podrá hacer con fundamento si no ha leído este hito en la filosofía política, en el que se deja claro que “ni la regla de tomar decisiones colectivas por mayorías y minorías, ni el sufragio universal, son inventos de la democracia, ni la distinguen por eso del gobierno de Estado liberal o del Estado de partidos”. En la Historia del pensamiento político esta obra estará al nivel de otras como “Del espíritu de las leyes”, “El Contrato Social”, “La Democracia en América”, “El Segundo Tratado del Gobierno Civil”, “El Manifiesto Comunista”, “La Dictadura”, “Una Constitución para la República de los modernos”, “Historia de la civilización en Europa”, o “Fragmento sobre el gobierno”. La pasión por la libertad es un producto espiritual de la civilización. Porque el hombre no es libre por naturaleza: lo es por civilización. La libertad no es un instinto; es una pasión, producto de la cultura y la civilización.

La imposición de un consenso entre los partidos que detentan el oligopolio de la acción política sobre la verdad oficial o legal ha querido engañar al pueblo con un sistema político al que se le ha puesto un nombre que profana. Pero Trevijano desveló a lo que queda de este pueblo no corrompido –aunque donde perduran los gobiernos corrompidos se puede asegurar que hay ya un pueblo corrompido– que es mentira que esto sea una Democracia, y que como mucho es un régimen político de “isonomía” oligárquica. Llamar Democracia a lo que no lo es no es un engaño nuevo: Franco y Fidel Castro lo hicieron, Miguel Díaz-Canel y Nicolás Maduro lo hacen, y hasta el emperador Marco Aurelio también lo hizo, cuando Elio Arístides, en su “Elogio a Roma”, 60, nos dice que con Marco Aurelio “una común democracia de la tierra establecióse, y todos fueron uno”. Pero la libertad política se negará siempre a ser un paraguas bajo el que cualquier perillán político se cobije. La ley de la democracia transforma la libertad de acción que la instituye en garantía de la libertad política que consagra. La democracia no es libertad, sino garantía de libertad, porque el riesgo que la amenaza viene del mismo poder que instituye. La libertad política despeja del campo de batalla a sus enemigos, y la lógica del poder popular no deja hueco a sus conspiraciones. Es así que para Trevijano el poder amigo que una sociedad instala con alegría en el Estado no es, en cuanto poder, diferente del poder enemigo desahuciado. No hay excepciones para la advertencia de lord Acton. En las ataduras y encadenamientos mutuos de los poderes que la sociedad pone en el Estado, en el equilibrio de las disuasiones mutuas entre poderes rivales está la garantía de la libertad política de los ciudadanos.

Si hubiese que rastrear algún antecedente en lo más singular del pensamiento político de Trevijano dentro de nuestras fronteras, no lo encontraríamos en Ortega, ni en Américo Castro, ni en Sánchez Albornoz, ni en Azaña, ni en Marañón, ni en Santayana, ni en Unamuno, ni en Saavedra Fajardo, ni en Quevedo, ni en Antonio Pérez, ni en Sem Tob de Carrión, ni en el Infante Don Juan Manuel. Lo encontraríamos sólo en el humanismo político y en la irrefrenable pasión por la libertad y la justicia de nuestro señor Don Quijote. La acción política que sostiene Don Quijote contra el rico Juan Haldudo, prosopopeya cervantina del poder, en defensa del inerme y dulce Andresillo, personificación del pueblo, en su condición natural de súbdito y sometido, es de la misma naturaleza que la que Trevijano sostenía contra cualquier Estado mafioso de partidos estatales que vampirizan el trabajo y los anhelos de libertad del pueblo, partidos que ya sólo usan la ideología como pretexto, como pura liturgia muerta que justifique su dominio en una parcela del “ager publicus”. La única diferencia estriba en que Don Quijote no enseñó a Andresillo a defenderse contra el poder, y “el caballero” Trevijano nos lo enseñó, asegurándonos un camino de libertad política. Otra cosa es que los Andresillos del mundo tengan el valor de coger las armas de Trevijano.

[El Imparcial

Domingo, 26 de Junio

 


Le Temps retrouvé

"Nadie que pone la mano en el arado y mira hacia atrás vale para el reino de Dios"

 DOMINGO, 26 DE JUNIO

Cuando se completaron los días en que iba a ser llevado al cielo, Jesús tomó la decisión de ir a Jerusalén. Y envió mensajeros delante de él. Puestos en camino, entraron en una aldea de samaritanos para hacer los preparativos. Pero no lo recibieron, porque su aspecto era el de uno que caminaba hacia Jerusalén. Al ver esto, Santiago y Juan, discípulos suyos, le dijeron: «Señor, ¿quieres que digamos que baje fuego del cielo que acabe con ellos?». Él se volvió y los regañó. Y se encaminaron hacia otra aldea. Mientras iban de camino, le dijo uno: «Te seguiré adondequiera que vayas». Jesús le respondió:
 

-Las zorras tienen madrigueras, y los pájaros del cielo, nidos, pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza.


A otro le dijo:

-Sígueme.
 

Él respondió: «Señor, déjame primero ir a enterrar a mi padre.» Le contestó:

 

-Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el reino de Dios.


Otro le dijo:
«Te seguiré, Señor. Pero déjame primero despedirme de los de mi casa.» Jesús le contestó:

-Nadie que pone la mano en el arado y mira hacia atrás vale para el reino de Dios.


Lucas 9, 51-62

sábado, 25 de junio de 2022

Sofía Casanova, en el antro de las fieras


Sofía Casanova por Fresno

ABC AL PASO

A vueltas con Trotski

SOFÍA CASANOVA, DE POETA EN LA CORTE DE ALFONSO XII A CORRESPONSAL EN EL ANTRO DE LAS FIERAS BOLCHEVIQUES


Ignacio Ruiz Quintano


    Sofía Casanova (“Babunitka” para su familia y “Sofitina” para los demás) es una Rosalía pasada, en vez de por la calle de la Ballesta (en el 13 de esa picantona calle madrileña escribe Rosalía “La Flor”), por la Revolución soviética, cuyos crímenes describe como corresponsal de ABC con pluma de madera y tinta Pelikán azul y negra.
   
 –Conozco España –le dice Trotski, a quien entrevista “en el antro de las fieras”–. Tengo buenos recuerdos, aunque la Policía “comme de raison” me trató mal. Mi amigo Pablo Iglesias estaba a la sazón en un Sanatorio.
    
A Trotski, a cuya caricatura cómica juega hoy en el teatrillo español Errejón, lo había entrevistado en el calabozo madrileño el Caballero Audaz, que le ve parecido con Pío Baroja. Está enchiquerado por falsificación de pasaporte.
    
La ficha está plagada de errores –se queja el futuro creador del Ejército Rojo–. Pone que soy cosaco, labrador, vagabundo y cuatrero. Procedo de una familia israelita ¡y no he montado en mi vida a caballo! Mi pasaporte está extendido a mi verdadero nombre, León Davidovich Bronstein. León Trotsky es mi seudónimo, como el de usted es Caballero Audaz. No tengo culpa de que la policía ignore esto.
    
Rubia de ojos verdes, a Sofía la dejarán ciega “en un choque de bolcheviques” en Petrogrado. Gallega de Almeiras, a los doce años se establece en Madrid, protegida por Campoamor, que la introduce en la corte poética de Alfonso XII, el rey del Pacto del Pardo (¡la otra Transición!), consenso (entonces, tejemaneje) que Sánchez-Albornoz pone en boca del Pacificador, de 27 años, en su lecho de muerte:
    
Cristinita [a María Cristina de Habsburgo, su esposa], no llores, todo puede arreglarse en bien de España. Guarda el c…, y de Cánovas a Sagasta y de Sagasta a Cánovas.
    
Se atribuye al parecido de Sofía Casanova con la infanta Eulalia de Borbón, hija menor de Isabel II, el cariño que le toma el Rey, en cuya corte literaria pulula/ulula, un polaco excéntrico, amigo de Platón y del ayuno, venido a España a estudiar el pesimismo de la mano de Campoamor, que es un optimista de paliza: se llama Wincenty Lutosławski y se casa con Sofía “porque le han predicho que el hombre que liberte a Polonia nacerá de madre española”.
    
Prestigiado por el 98, el pesimismo es la monda del momento, y el mismo Ortega se levanta contra la Real Orden de 1920 que impone la lectura del Quijote en las escuelas, por el profundo pesimismo que, según él, empapa la obra clave de la decadencia española: su lectura escolar lastraría a las promociones llamadas a levantar y modernizar el país, prejuicio que hoy se desvanece a la vista de cómo tienen el país las promociones que ignoran incluso el nombre de Cervantes.
    
En las crónicas de Sofía Casanova, que oye con los ojos (el fenómeno de la audición coloreada, tan caro a Rimbaud, lo descubre Baroja en 1899 a los lectores de “Revista Nueva”), aún conmueve su distancia espiritual para asomarse al “infierno bolchevique” echando mano de “frases chinas”, ese tipo de frases, decía madame de Staël, que contienen más reverencias que palabras.


Sofía Casanova

Sábado, 25 de Junio

 


Madonna en spray

viernes, 24 de junio de 2022

San Juan

San Juan Bautista

Retablo de la Cartuja de Miraflores

 

San Juan Evangelista

Sobre el sepulcro de Juan II e Isabel de Portugal
 Al fondo el retablo donde se aprecia al Bautista, la Magdalena y el apóstol Santiago

 

Francisco Javier Gómez Izquierdo


       Servidor es aficionado a los nombres y suelo visitar los santorales y los martirilogios por ver quién fue, un poner, Santa Leonila, que así se llama la hermana de mi madre y por tanto mi tía. En la Demanda y sobre todo en Huerta del Rey, Neila tampoco es manco, los secretarios ponían nombres rebuscados para no confundir a los carteros en tiempos en los que las calles de los pueblos no tenían nombre y abundaban las Marías, los Antonios con apellidos repetidos como Mediavillas, Ricas ó Chicotes a los que los quintos de Marruecos enviaban sus cartas, pero no se repartían en condiciones. El secretario de Huerta decía al padre de la criatura recién nacida, al inscribirla: "Mira Gorgonio, 12 de diciembre, San Espiridión de Tremitunte, pastor de ovejas. ¿Te gusta Espiridión? Si no, ve y pregunta a tu mujer." El cura se enfadó con el padre de Burgundófora Cancionila, considerado el nombre más raro de España, por ser tan rebuscado y casi obligó a añadirle el Inés, santo del día. Sí, me gustan los nombres que señalan rápido y no necesitan apellidos -¡oh, profesores aquéllos como don Apolinar, don Lupicinio, don Evilasio, don Godofredo...- pero el nombre del santo de hoy, Juan, siempre me ha parecido el más poderoso y rotundo y lo tengo entre mis preferidos.


     Como no podía ser de otro modo, al felicitar hoy a los Juanes me sale mi vena quisquillosa de aficionado y le digo a Juan el del taller de abajo, que no es lo mismo llamarse Juan por el Bautista que Juan por el evangelista. La magia está en el Juan de hoy y no en el que se festeja el 27 de diciembre. Juan no había caído en la distinción de los Juanes, ni Juan Manuel el camarero, ni otro Juan que también ha estado presentes y que suele traer conejos, tomates y cebollas de su parcela. Aparte de ser ésta una fecha muy respetada y celebrada no sólo en España sino en todo el mundo, a mí San Juan Bautista me atrajo desde chico por ser personaje en mágicas lecturas pero sobre todo por el imponente Bautista de la Cartuja de Miraflores, ya saben, mi refugio preferido, donde aprendí que era el patrón de los solitarios pareciéndome el patronazgo, no sé explicar por qué, cosa extraordinaria. La patrona, María Magdalena, aparece a su izquierda conforme dispuso el genial Gil de Siloé.
     

Está por ahí escrito que el nombre más común en España es Antonio, después Manuel, luego José, al que le sigue Francisco y antes de Juan, al que yo creía casi campeón, se ha colado David. Sabido es que el primer Francisco, el de Asís, se llamaba Juan, y el Francesco fue mote de sus paisanos por saber hablar francés. Quiero decir, y permítaseme la licencia, que los Franciscos tenemos más de Juan, eso sí del Bautista, de lo que pensamos y que llamarse Juan es todo un honor.


    Por cierto, Santa Leonila de Capadocia fue la abuela de los trillizos Espeusipo, Elausipo y Melasipo que sufrieron martirio, nietos y abuela, en tiempos de Marco Aurelio. Felicidades a todos los Juanes y que con salud vayan cumpliendo años, como decimos en la Demanda.

Valores eternos


 

Ignacio Ruiz Quintano

Abc


    El ministro Bolaños (hasta aquí llegó España: Bolaños, ministro) ha vuelto de Roma con más fantasías en la cabeza que un niño del Taller Sexual de la Rodríguez (nuestra Teresita de Lisieux) en el colegio:
    

El Papa y yo tenemos los mismos valores.
    

O sea, todos, que es decir ninguno. Porque ¿qué demonios son los valores? Bolaños, segunda napia del sanchismo (la primera es Yoli, esa pirámide de Egipto vista por Rossy de Palma), posa con Bergoglio contemplándose la nariz, expresión peculiar, al parecer, de quienes hablan para que el futuro recoja sus palabras. O sus valores.
    

De valores acostumbraba hablar Hitler. Y José Antonio, “el Capitán de España” que lloró Haro Tecglen, hizo suyo “el hombre portador de valores eternos” de Max Scheler (gran maestro de la teoría objetiva de los valores) en “la unidad de destino en lo universal” de Nikolái Berdiaev (natural de Kiev, ya ven). Bolaños prefiere los valores de Bergoglio, que caben en la bolsita de azafrán con que obsequió al Pontífice.


    Porque a pedir la bendición papal para alguna mendizabalada sanchista fue Bolaños a Roma en “Falcon”, que deja más tiempo libre para el turismo, y con regalos para las monjas (una bolsita de azafrán del arroyo Luche y unas “Cantigas” de parte de Feijóo, que se les hacen bola a los dos desde el primer verso). Parece el arranque de “La gaya ciencia”: “¿No habéis oído hablar de aquel hombre frenético que justo antes de la claridad del mediodía encendió una lámpara, corrió al mercado y no dejaba de gritar: ¡Busco a Dios! ¡Busco a Dios!?” Ocurre, dice el loco, que Dios ha muerto.


    La cara de Bergoglio en el selfie con Bolaños todavía refleja el susto de quien, siendo Papa, ha visto en un mismo año ganar al Betis la Copa del Rey, y al Liverpool, llegar a la final de Champions, teniendo en cuenta los casos de Juan Pablo I y de Juan Pablo II.
    

A Schmitt lo intrigaba el cariño que “los periodistas de cualquier tendencia” mostraban por “los valores”, y él se limitaba a indicar el problema derivado de “la popularidad y promiscuidad inmensas” de esa industria (impulsada en España por Ortega, que se saltó a Nietzsche y se apropió de Scheler):
    

Con la invasión de “valores” se provocó, en toda su agudeza, el problema de la disolución de conceptos y métodos jurídicos. Como mote, una frase de Forsthoff: “El ‘valor’ tiene su propia lógica”.
    

Traducida por Bolaños, laboralista de la Complutense (vamos, que no es Emilio Betti), esta “disolución de conceptos y métodos jurídicos” está contenida en un ucase tremendo: “Tenemos el BOE y haremos lo que haga falta para conseguirlo”.
    

El portador de los valores eternos en España es el Boletín Oficial del Estado (ni siquiera se han tomado la molestia de disimular cambiando “Estado” por “Nación”, que en teoría es la que legisla). Aquí no hay más Constitución que el BOE: de ahí la indiferencia con que gobierno y oposición, que son lo mismo, acogen los dictámenes del TC sobre la ilegalidad de sus actos. Ahora, los que tengan valores, que voten.

[Viernes, 17 de Junio]

Viernes, 24 de Junio

 

 

Ibiza en Brighton

Rocanrol. Get The Water (So maybe bring your best attire)

 


[We're gonna perform 𝗙𝗥𝗘𝗘 𝗘𝗡𝗧𝗥𝗬 on the 𝟮𝟰𝗧𝗛 𝗢𝗙 𝗝𝗨𝗡𝗘 at the very special Railway Bell (26-28 Surrey Street, Brighton, East Sussex) with an appropriate rock n roll set-up and decoration for the day.
We will be playing all of our songs, and the event will be filmed and recorded for posterity, so maybe bring your best attire. Come and enjoy a delightful and unique soirée with us]









FIN

jueves, 23 de junio de 2022

Julio Casares, el Pat Garrett de Valle-Inclán




ABC AL PASO

El Pat Garrett de Valle-Inclán

JULIO CASARES, LA INMORTALIDAD DEL DICCIONARIO Y UN ESCÁNDALO MONUMENTAL

Ignacio Ruiz Quintano

Lo que imponía a un becario de los 70 en ABC era echar la firma en el mismo papel que don Julio Casares, que dominaba casi los mismos idiomas, dieciocho, que años tenía uno y que era autor de uno de los dos diccionarios útiles, “el Covarrubias” (Tesoro de la Lengua Castellana o Española, 1611)… y “el Casares” (Diccionario Ideológico de la Lengua Española, 1942).

    Casares tiene en su haber las dos realizaciones que deparan la inmortalidad, un diccionario interesante y un escándalo monumental: la lectura, lápiz en mano, de la obra de Valle-Inclán, y lo que descubre lo publica en “Crítica profana”, 1916.

    –La crítica de un libro es la imagen del mismo a través de un temperamento.

    Con su lápiz y su temperamento (el mismo arte cisoria con que García Viñó desplumará los pollos sagrados de la Santa Transición), Casares (¡el Pat Garrett de Bradomín!) halla en los libros de Valle-Inclán la cueva de un perista: el estilo (religiosidad y blasfemia) de Barbey d’Aurevilly; el tresillo de adjetivos, en final de frase, de Eça de Queiroz, de quien traduce “saudoso” (nostálgico) por “suave”; y páginas enteras de las “Memorias” de Casanova.
    
La escena, el ambiente, los personajes, las “sensaciones”, el estilo, las palabras… todo, “todo” está literalmente reproducido. Es uno de esos casos en que, según Bayle, el plagiario se lleva “no sólo los muebles, sino también las barreduras; no sólo el grano, sino también la paja, la cascarilla y hasta el polvo”.
    
Niega además que Valle-Inclán, “horro de humanidades”, haya podido ser vehículo del simbolismo, que supone erudición, dominio de lenguas sabias, conocimiento de las literaturas inglesa y alemana, entusiasmo por Wagner y un concepto hegeliano del arte que produce, como tendencia, la encarnación de ideas en los personajes, y, como procedimiento, el empleo del símbolo…
    
Todos los artistas se ponen de parte del genio gallego; después de todo, la república de las letras consiste mayormente en que uno cobra lo que otro escribe.

    –Se pronuncia la palabra plagio, y he aquí a la muchedumbre arremolinada y atónita: en realidad, todo esto es sólo nuevo para el vulgo –interviene Rafael Cansinos Assens, “el gran galgo señorial y apolillado de la judería madrileña” que va por las calles, dice Ruano, como un gallo desplumado.

¿Plagio? Nuestra literatura es de rumiantes que se van pasando, de generación en generación, el bolo alimenticio de la raza.

    Con Valle-Inclán, precisamente, tiene Ruano “una extraña coincidencia amorosa”. La muchacha le enseña una carta de don Ramón diciéndole que sólo había sentido ser manco aquella tarde en que sólo pudo abrazarla con un brazo.
 
Me hizo mal efecto el inocente autoplagio: aquello de no haber podido abrazar más que con un solo brazo lo había dicho ya don Ramón a propósito de la muerte de una hija suya.
 
Nos queda la pregunta de Casares (violinista, ebanista, diplomático) al periodismo: “¿Ustedes creen que es el lenguaje una guitarra de su propiedad y que pueden poner en ella los dedos como les dé la gana?”

 
   

Jueves, 23 de Junio

 

 

The Craven

miércoles, 22 de junio de 2022

Se acaba la primavera

 




Francisco Javier Gómez Izquierdo

 
     Ando de albañiles en Barbate ¡con lo que ensucian y desasosiegan los albañiles!, pero son obligadas las incomodidades cuando en las viejas venas  -las tuberías- de la casa se acumula la cal, ese colesterol que tanto abunda en las costas.
 

Aquí me ha pillado el ascenso del Gerona, haciendo buena la fuerte competencia en la 2a División y vuelve a subir el  sexto en vez del tercero, el Éibar, al que un empate en el último partido contra el Alcorcón, descendido hace dos meses, le hubiera válido para rematar una excelente temporada. Todo se fue por la borda pasado el minuto 90. La ventaja eibarresa en el play off no se gestionó bien a causa del mazazo alcorconero y el Gerona asaltó Ipurúa con un golazo de Borja García y las paradas de Juan Carlos, dos excordobesistas. Éste volvería a ser determinante ante el Tenerife, pero creo que a los jugadores canarios les pesó demasiado la losa de la responsabilidad.

 
  El lunes enterraron a Rafael Campanero, abonado n°1 del Córdoba, que desde recogepelotas en los clubes predecesores del actual llegó a presidente en varias épocas. Fue persona querida al que los aficionados agradecían el ascenso a Primera allá en el 71 y muy respetado por la sensatez demostrada hasta sus últimos años de vida que han sido tantos como 97.


   ¡Ah! Y las votaciones. Los barbateños acusan a "la Hilaria" por ser la tercera vez que se presenta " a viiiivir, pisha"  cuando prometió no hacerlo más de dos y se ríen como sólo los gaditanos saben hacerlo de que su Hilaria Clinton, "está maquinando una Herri Batasuna que lo sepas", y haya frenado a " la ultraderecha" con dos diputados en toda Andalucía. A la que han echado la cruz es a "la Lastra ésa, quillo, ¡qué mujer más remala" por unas tontás que al parecer ha largado.


   Yo creo que los andaluces en general y los barbateños en particular están hartos de que los tomen por tontos y no se fían de nadie. Votan conforme ven y no como les aconsejan con sibilinas amenazas.

El editorial de Cuartero





ABC AL PASO

El editorial de Cuartero

JOSÉ CUARTERO CIFUENTES, PROBABLEMENTE EL ÚLTIMO ANALISTA POLÍTICO DEL PERIODISMO ESPAÑOL

 
Ignacio Ruiz Quintano

     
José Cuartero viene al mundo en Villarrobledo el año del sufragio universal.

    Al ABC, en el verano del 79, donde me tenía citado para becario Carlos Mendo, me presenté con los artículos de José Cuartero (“Veinte años de política española”, libro homenaje de Prensa Española) en la cabeza, pero Mendo no sabía de Cuartero y así me llevé mi primer chasco profesional.
    
Cuartero, el editorialista de don Torcuato (los lectores dicen “el editorial de Cuartero”, no “el editorial de ABC”, como medio siglo después ocurriría con Pradera y “El País”), viene de Albacete, donde es apuñalado por un matón enviado por un cacique. Huye a Madrid, vive a salto de mata y en 1911 lo llama don Torcuato para el puesto de editorialista político, “el oficio”, dice él, en que se va dejando la vida a base de tabaco y horas.

    Don Torcuato propone y Cuartero dispone.

    –Don Torcuato –recuerda Corrochanoopinaba; conocía más que Cuartero el ambiente de la calle. Le daba tema para el comentario político del día.
    
Primero escribe lo largo del artículo y luego comienza con la poda de todo lo que no es esencial. Hace el editorial quitando cuartillas.

    En el 28 recibe el Cávia por el artículo “Sin bilis y sin fiebre”, una diana acribillada de dardos:
    
Nuestra dictadura es un apellido, una persona…Mis derechos naturales de hombre, los derechos de todos los españoles, han desaparecido porque estorban a otro hombre, dedicado espontáneamente a regir a sus conciudadanos… Valga lo que valga el dictador, valgan lo que valgan su obra y sus propósitos, lo que nos pone frente a la dictadura es una cuestión de dignidad civil…



El dictador detesta a Cuartero, y al lado de cada editorial “cuelga” (inserción obligatoria) su “Nota de la censura” con sus matizaciones.

    –¡Porque yo me he jugado la vida al dar el golpe de Estado! –le grita un día Primo de Rivera al director de ABC.
    
–¡Y la mía, sin pedirme permiso! –contesta don Torcuato.
    
El problema, explicará don Torcuato a un gacetillero que le pregunta por la dictadura, es que, cuando todos esperaban que Primo no fuese otra cosa que un cirujano, se ha convertido en médico de cabecera.

    La literatura política de Cuartero tiene hoy la misma actualidad que cuando se escribió.

    La República –escribe en junio del 36– nació de la protesta contra una dictadura que ya no existía… La República es la revolución en la Gaceta” [hoy, BOE], con añadiduras en la calle si la “Gaceta” se queda corta… No lograrán atención de nadie ni respeto ni curiosidad los republicanos que maldicen de la República porque no es como la quisieran… Un programa que se resume en esta conclusión: “Delenda est Hispania!” (Alusión al “Delenda est monarchia!” de Ortega en “Crisol”)… Nosotros somos enemigos de la revolución, pero también de la dictadura.
    
Y es que en España con la Monarquía se puede ser republicano, pero con la República no se puede ser monárquico.