Calor, cansado voy con mi oro, a donde
acaba mi enemigo de quererme
Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Gracias a Mbappé, he vuelto a la lectura de “Tras la virtud”, del socarrón escocés Macintyre (no confundir con Innerarity, por Dios), que ve posible una ética de las virtudes sólo a condición de renunciar a hacerla universal.
Digo gracias a Mbappé, pero en realidad es gracias a la literatura moral de nuestro periodismo sobre Mbappé, de cuyos efectos saben mejor que nadie los “boomers” que crecieron con la “Ética para Amador” que dotó de fibra moral a la generación de la Santa Transición.
De la “Ética para Amador” a la “Ética para Mbappé”, un joven de 23 años que, al contrario de lo que harían todos los moralistas que reparten imperativos categóricos en los periódicos, ha preferido quedarse en casa ganando más dinero a viajar al extranjero perdiendo un Potosí, cosa que siempre podrá hacer de mayor, como Alaba o Hazard, que también son buenos futbolistas.
–Detesto a esas mujeres que se visten como las que alquilan sillas en las iglesias para demostrar que tienen ideas sociales –anota Simone de Beauvoir (¡eran los 50!) en “Les mandarins”.
Detestemos, pues, a los articulistas que se visten como las que alquilan sillas en las iglesias para demostrar que tienen ideas morales. Mbappé vive en París, la ciudad de madame de Menerville, hija de un banquero y una filántropa, que resumió el ambiente de 1789, tan parecido al de hoy, en un breve: “Nunca se había mostrado el egoísmo de forma tan descarada, aunque en boca de todos estaban el bien público, la libertad y hasta la virtud”.
–Nos encontramos exactamente en ese punto –dirá Muray.
El punto Mbappé, cuyo fichaje, por cierto, pedía a gritos las artes de los economistas, no las boqueras de los catequistas, sobre todo en un momento en que el dinero, se nos dice, va a desaparecer en el mundo entero, por si el futbolista temía quedarse atrapado en un corralito como el que para países como España promete Davos.
Y que Dios, que, como se sabe, es madridista, bendiga esta noche al Real Madrid en París. Y Mbappé que lo vea.
[Sábado, 28 de Mayo]