Carlos Gómez Izquierdo
Francisco Javier Gómez Izquierdo
Hace tiempo que servidor de ustedes se siente fuera de los ruidos del siglo y todo lo miro -excepto el fútbol/fútbol, el del césped- con un descorazonador escepticismo al que he ido llegando a golpe de decepciones.
El lío de Don Luis Rubiales y Don Gerardo Piqué les prometo que no me sorprende. Sí que llama la atención las cantidades de las que se habla, pero como hay unas élites que se piden millones de euros para sí como si pidieran tomates, creo que escandalizarse es más cosa de hipócritas que de "gente güena". Don Piqué no se corta en hacerse de cruces a cuenta de los negocios del palco del Bernabéu, ese reducto de españolitos como dice él mismo... o españolazos como los llaman los rufianes de su parcialidad. Don Rubiales le montó un despido fulminante a Julen Lopetegui por negociar sin ética ni transparencia con Don Florentino y "manchar el nombre de la Federación Española de Fútbol". Uno cree, con perdón, que a Don Rubiales y Don Piqué les gusta el dinero más que el fútbol y así uno, llegado del sindicalismo, no aparta la vista de negocios y beneficios, y el otro, júligan confeso del catalanismo, españolea por el mundo en busca de fabulosos "palos" que resulta que en el argot de su Germanía son millones.
¿Qué puedo decir sobre lo que ustedes ya se han formado su propia opinión? Como me rijo por una educación considerada por nuestros próceres de hogaño, antigüa y aberrante, supongo que estará de más que apunte que somos muchos los que creemos saber lo que está bien y lo que no. No necesitamos cachear la ley para buscar la inocencia de los malos comportamientos. Fueron los Sabandeños los que enseñaron con un ejemplo a los de mi generación que el intermediario era "mala gente", un tipo sin corazón y sin sentimientos que podaba el beneficio del agricultor. "¿De quién es ese palacio/orgullo del pueblo entero? / ¿De quién es ese automóvil tan lujoso y tan ligero? Ése es de un intermediario / en el negocio frutero".
A los tipos como Don Piqué, Don Rubiales, el aristócrata de las mascarillas y los logreros que deben aparecer si los espías autorizados y hasta los que van por libre, rastrean las conversaciones del gremio de Comisionistas de las importaciones desde la China y los Mares del Sur para luchar contra la peste, les incomoda el revuelo de sus actividades a las que creían bajo el amparo de los usos y costumbres del siglo, pero manifiestan estar encantados y orgullosos de recibir "los palos piqueros" que creen merecer.
Don Gerardo "que está en el ambiente" no duda en inclinar a los árbitros en favor del Real Madrid no se sabe si para disimular sus intereses, parejos a los de la FEF, o por presumir de conocimiento privilegiado. A la vista del asunto de la Supercopa ¿qué puede pensar el aficionado con el final de Liga que se avecina con el Barça comprometido a clasificarse segundo? ¿El aficionado? Don Gerardo y Don Luis creen que al único aficionado que hay que tener en cuenta es al de la tele. Que a los culés les guste disfrutar en vivo de una Supercopa en Valencia por ejemplo, les importa un bledo. Vamos, o a mí me lo parece.