Abilio
Francisco Javier Gómez Izquierdo
Los que están en el ambiente y manejan el “cotarro” de la cultura, entendiendo lo de cultura como la corrección política que nos ahoga, tienen a Burgos como lugar maldito en la Historia de España por parir hijos como el Cid Campeador, “un puto mercenario...” te sueltan los listos del siglo, un rey santo como Fernando, patrón del arma de Ingenieros y conquistador de Andalucía, o Fernán González, “fundador de la Castilla imperialista” en recurrente tontada de los sabios de hogaño.
Uno, que nació en la Demanda, tierra del Conde fundador, tiene que reprimirse -nunca como ahora ha azotado tanto la censura en España- ante insensatos comentarios de gentes que uno no sabe cómo y dónde han estudiado y como ya vale más callar que tener razón, pues callamos y seguimos a lo nuestro.
Lo nuestro ahora son “Los siete infantes de Lara”, obra teatral que lleva representándose por los vecinos de Castrillo de la Reina ya va para 28 años en los tres días (viernes, sábado y domingo) del fin de semana anterior a la Virgen de Agosto. Es decir los próximos 9, 10 y 11. Los cantares de Gesta, el romancero, la España medieval... son pasiones que tienen sacado del mundo al director Abilio Abad Izquierdo, primo y amigo con el que suelo subir los riscos de la Demanda en los amaneceres de julio mientras me explica sus últimas hallazgos en documentos que sólo él reclama en los archivos bibliotecarios. “Almanzor no murió en San Millán..” me dice como si yo supiera de la muerte de Almanzor “..tenemos que ir a Córdoba y buscar dónde pudo situarse la ciudad de Al Zahira que llegó a ser más deslumbrante que Medina al Zahara”. Vino a Córdoba y en un taller de cueros contrató unos cuellos para don Gonzalo el padre atribulado de sus infantes de Lara. La Demanda, la Castilla y la Córdoba de Almanzor son las dichosas, entiéndase felices, preocupaciones de Abilio. Bajé unos cuantos folletos de la edición de este año que puse en la gatera de la puerta de un edificio de la calle Cabezas de Córdoba donde se supone que estuvieron colgadas de siete arquillos las cabezas de los hijos de Gonzalo Gustios traicionados por Ruy Velázquez señor de Vilviestre y doña Lambra, señora de Barbadillo.
Mudarra, cordobés hijo bastardo de D. Gonzalo y la bella Zaida que lo cuidaba y amaba en prisión -la casa de los siete arcos- sube a la tierra de Lara a vengar a sus hermanos, emocionando a los espectadores -siempre se llega al lleno- que cada año acuden al atrio de la iglesia de Castrillo de la Reina a disfrutar una historia más hermosa que apócrifa.
Si Ud. anda por Burgos este fin de semana no dude en acercarse a Castrillo de la Reina, a cinco kms. de Salas de los Infantes. Lo agradecerá porque pasará un buen rato transportado a un mundo del que no se tiene ya el mínimo conocimiento. ¡Ah! Llévese un jersey o una cazadora por el más que seguro “fresco” de la noche.