El equipo que al solucionar “la cuestión de las nacionalidades ibéricas”
en menos de dos horas nos arrastró a la última guerra civil
Ignacio Ruiz Quintano
Abc
La noticia de que a la Guardia Civil la echa Sánchez de Navarra te pilla de veraneo y hace que te sientas un poco apátrida. ¿Con qué nacionalidad se encontrará uno al volver a Madrid? Después de todo, no olvidamos que Franco, el gallego con pinta de hacer una gran oreja a la plancha que dirige el socialismo madrileño, dijo que, si hay que hacer de Madrid una nación, se hace, y punto.
En realidad ya no se dice nación, que Macron lo ha prohibido. Se dice “eurorregión”. Las “eurorregiones” españolas las reparte Macron como un Albert Speer de la concentración parcelaria, y a sus órdenes, Sánchez (y Rivera), de quien bien se puede decir lo que Churchill de Pétain en el parlamento canadiense:
–Some chicken! Some neck!
¡Vaya gallina! ¡Vaya pescuezo!
Mas hay que decir que los planos están en la Constitución’78 de Guerra y Abril, versión posmoderna del Pacto de agosto del 30 en el Hotel Londres de San Sebastián, con Azaña, Lerroux, don Niceto, Prieto, Casares o Álvaro de Albornoz (Marañón, el doctor, excusó su asistencia por hallarse de viaje), que estaba enfermo y pudo decir (fue el único) lo que pensaba:
–De manera que ustedes piensan aprovecharse de la revolución para proclamar la independencia de Cataluña.
Murmullos como de mujeres con barbas postizas en la lapidación de “La vida de Brian”. Luego Casares pidió para Vasconia y Galicia lo mismo que para Cataluña y lo aprobaron por unanimidad (incluido don Inda, el de los cochinillos asados de dos en dos en Casa Botín, que tanto había protestado contra la protección de la monarquía a los nacionalismos), siendo así que una harca de sacamuelas sin la menor idea del Estado solucionaron “la cuestión de las nacionalidades ibéricas” en menos de dos horas.
Cuando Cánovas se sienta a montar un Estado (por cierto, a ver cuándo se pone Casado con un libro sobre Cánovas como el de Boris Johnson sobre Churchill), el único Estado que existe es la Guardia Civil que ahora Sánchez (“Some chicken!”) saca de Navarra, en cuyo castillo de Javier podría coronarse Macron emperador de los mindundis el día de Navidad.