Alardes de buitres
Francisco Javier Gómez Izquierdo
Vuelve la Liga y parece que se presentara sin avisar. Nos pilla somnolientos y entretenidos con las noticias que nos vienen de los Juegos Olímpicos, acontecimiento éste en el que tenemos domesticada la atención por la tele y las radios en un ejercicio cuatrienal en el que hasta los más escépticos se ponen místicos.
Vuelve la Liga y parece que se presentara sin avisar. Nos pilla somnolientos y entretenidos con las noticias que nos vienen de los Juegos Olímpicos, acontecimiento éste en el que tenemos domesticada la atención por la tele y las radios en un ejercicio cuatrienal en el que hasta los más escépticos se ponen místicos.
Para mí, dicho sea con el debido respeto, los Juegos son el citius, altius, fortius que aprendimos en el bachiller antiguo. Me alegran todas las medallas de oro de nuestros deportistas, pero comprenderán que tenga más inclinación por Ruth Beitia que por la invencible onubense que juega al badmington y que esté más pendiente de las carreras de los jamaicanos que del hockey de los holandeses. A mí, Ruth Beitia siempre me ha recordado en la traza a Pepe de la Hera, un chico que en mi Instituto saltaba una barbaridad. Pepe tenía físico y condiciones para haber sido olímpico, pero el profe Meléndez no estaba para muchas complicaciones. Cuando veo a la saltadora cántabra veo a Pepe de la Hera y en la madrugada del sábado, la melena, la cara, el bateo, los brazos y el salto de Ruth me resultaron familiares y amigos y celebré la medalla como si la llevara esperando cuarenta años.
No sólo los intempestivos horarios nos van a apartar del olimpismo, sino también esos deportes extraños que los del COI intentan meter con calzador en una cita a la que le sobran disciplinas y falta rigor competitivo. ¿Qué hace el golf en Olimpia? ¿Y el rugby ó el fútbol, sin necesidad de meterse en más honduras? Los futbolistas son profesionales -empleados, que diría Lucas Alcaraz- que se deben al club que les paga. Las fechas de los Juegos son contraproducentes para la correcta preparación de las plantillas y el torneo balompédico olímpico es al fútbol lo que el entremés al teatro. Una caza tan menor que parece más doméstica que otra cosa. Compárese la medalla de Kiko, Guardiola y Solozábal en Barcelona con la de Neymar, Marquinhos y Rafinha en Río y les parecerá la misma obligación a no hacer el ridículo. Neymar como Berges o Juanma López tiene una medalla que nadie recordará cuando se hable de Phelps, Usaín Bolt o Simone Biles.
Mientras Río languidece, el Barça y el Madrid golean como acostumbran a rivales cada año más débiles en esa continua rivalidad por demostrar una excelencia de la que nadie duda. El negocio seguirá manteniéndose con la relajación de las estrellas, el laberinto de los entrenadores, el penalty ante el Spórting y lo apretado del calendario. De ello se encargan ejércitos de analistas y multitud de sabios que darán con la cuadratura de la pelota.
De momento, en Segunda, el Córdoba, mi equipo, ganó un partido feo y soso, pero eso sí, muy sudado. Sudó el graderío a cuarenta grados. Sudaron nuestros jugadores y sudaron también los del Tenerife. Sudaron tanto que, dicen, adelgazaron arrobas. Sudaron en un campo de césped leproso que nada tiene que ver con San Lorenzo. El Arcángel es un terreno a calvas por la desidia del amo que tiene el capricho y las santas narices de no pagar los servicios de la empresa encargada del mantenimiento. Dice la acreedora que lleva sin cobrar desde abril.. y ¡el amo del Córdoba repartiendo dividendos!