martes, 23 de agosto de 2016

Eulalio

Eulalio López El Zotoluco

Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    Un amigo mío muy taurino fue a México, y allí tuvo a su disposición un chófer aún más taurino que él, pues llevaba al día hasta la feria del último pueblo de España.

    En conversación de retrovisor, el chófer preguntó a mi amigo qué toreros mexicanos llamaban su atención. Eran los tiempos de la estocada en San Isidro de Eulalio Zotoluco, y mi amigo, que una mañana, además, al ir a trabajar, se había cruzado con el matador, que salía con su cuadrilla de un “after” madrileño de “cocottes” dálmatas, contestó que El Zotoluco.

    –¡Ándele! –estalló el mexicano–. Y con todos los toreros buenos que tenemos acá, ¿cómo es que fueron ustedes a fijarse en el pobre Eulalio?

    Es lo primero que pensé al ver a los bulderos de Ciudadanos, arribistas de la política y folcloristas de la democracia, exigir al partido del vecino, en este caso el marianista, elecciones primarias, que fuera del sistema americano nada significan.

    Con todas las cosas buenas que tiene la democracia representativa, ¿cómo es que va esta gente a fijarse en las primarias?

    Para salvar su República, De Gaulle copió de América el principio de representación y (casi, casi) la separación de poderes. Para salvar el Estado de Partidos, Rivera copia… ¡las primarias! Rivera, que triunfa en un país donde la democracia americana se despacha comparando a Donald Trump con Jesús Gil, no sabe que el sostén de las partidocracias es el consenso. El consenso lo rompió (él sabrá por qué) Zapatero, y Rajoy, ay, no lo ha reparado. El sistema, pues, está moribundo, aunque la propaganda de partido trata de reanimarlo con trampas retóricas (ni siquiera saduceas).

    –Que una encuesta dice que la oposición debe abstenerse a favor del gobierno.
    
En la democracia las encuestas son las urnas, pero, en la partidocracia, de las urnas no salen representantes de los electores, sino cuotas de poder de los partidos. En sus manos nos pusimos y en sus manos estamos. Marchando otra de primarias, nuestro pobre Eulalio.