sábado, 6 de agosto de 2016

Clint Eastwood, “El Bueno”

Cementerio de Sad Hill

Francisco Javier Gómez Izquierdo

    No sabe uno si achacar a la casualidad o al lenguaje de las estrellas la exposición a la actualidad española de un señor de vuelta de todo y al que el periodismo español quiere difamar con su característica impunidad y cobardía como muy bien señala nuestro querido editor. Clint Eastwood manifiesta estar harto de lo políticamente correcto y es declaración que sin pensarlo lo mas mínimo me pone de su parte, si no lo estuviera ya desde hace cincuenta años. Los difamadores que desde su mezquindad quieren pasar por ilustrados llaman a este hombre Harry el Sucio, como si la Ilustración se basara en cambiar los motes al tun-tun.
    
Para mí, para los serranos de Burgos y para los andaluces que trabajan conmigo, Clint Eastwood toda la vida ha sido y será  “El Bueno”, e incluso jóvenes hay a los que les suena el teléfono con un sonido de instantánea asociación.

    En el Valle de Arlanza, a los pies de la peña Carazo en la Demanda, Clint Eastwood es “El Bueno” del mítico trío que pariera Sergio Leone y al que pusiera música Ennio Morricone. Clint Eastwood es Joe el Rubio, “El Bueno”; Eli Wallach, Tuco, “El Feo”; y Lee Van Cleef, Sentencia, “El Malo”. 

Es fama que en 1966, hace justo cincuenta años, el western se rodó en Almería y es cosa cierta en una pequeña parte, pues lo que ha hecho inmortal la película se rodó donde el conde Fernán González fundó Castilla. El campo sudista de concentración de Betterville se escenificó en la zona de Carazo; la batalla del puente de Lagstone entre Hortigüela y Covarrubias, después de represar el Arlanza y el inolvidable cementerio de Sad Hill del final de la película en el camino que va de Contreras a Silos.
    
Hago constar la casualidad de la puesta en escena veraniega de Clint Eastwood porque en Salas de los Infantes se ha creado una asociación alrededor de las bodas de oro del western en la que está nuestro pariente Abilio Abad Izquierdo, dedicado en cuerpo y alma a que sus “Sietes Infantes” salgan como merecen los 25 años de puesta en escena, pero al que una tele francesa le entretiene más de lo debido recorriendo escenarios de la película como protagonista principal.
   
Al gran Abilio, físico quijotesco y siempre en comunión con el inimitable Eastwood, le tiene adjudicada la asociación una tumba que no encontré el otro día, porque cuando me acerqué al lugar no sabía de su existencia. Abilio, que fue dominico antes de casar con mi prima Feli, es uno de los frailes que curan al “Bueno” y al “Malo” en el monasterio de San Pedro de Arlanza, por si no lo sabían, la auténtica “Cuna de Castilla”. (Perdonen en Almería si les chafo el mito del Cortijo del Fraile que con tanto orgullo se enseña).

     ¡Enhorabuena a Abilio, que tiene el honor de celebrar bodas de oro y plata a la vez en memoria de dos obras de arte de las de verdad! ¡De las que a todo el mundo gusta ver! ¡No como otros, que no saben qué decir para que les escuchen!
  
 El Bueno y las tumbas

Abilio, hace justo siete días, vigilando el ensayo de sus “Infantes de Lara”