viernes, 14 de octubre de 2016

Badalona



Ignacio Ruiz Quintano
Abc

Doy por sentado, como el viejo costumbrismo, que a nosotros nos toca vivir en los instantes más incómodos:

Aquellos en los que lo anterior no sirve y lo que ha de sucederle no ha cuajado aún.
Con los fiscales investigando en Madrid “la ola de perros suicidas” y el Ejército (expresión de la máxima coerción de la ley, sin la cual no hay ley) desfilando por la Castellana, la foto que queda del 12 de Octubre es la de un teniente de alcalde a la puerta del Ayuntamiento de Badalona haciendo papelitos con la orden judicial de cierre municipal sin que ningún agente de la coerción legal tocara el pito, siquiera por el qué dirán y la música del artículo 408 del Código.

En septiembre el 57, Little Rock recibió la orden de la Corte Suprema de admitir a nueve estudiantes negros. El gobernador de Arkansas hizo lo que el teniente de alcalde de Badalona. El presidente Eisenhower (“la Constitución federal será sostenida por mí con todos los recursos legales bajo mi poder”) envió a Little Rock… a la 101 División Aerotransportada, vanguardia militar contra el nazismo en Europa.

Cataluña no es América. Villarejo, fiscal franquista de los 60 y líder moral, hoy, de la Revolución Pendiente, acaba de describir, sin consecuencias, el oasis judicial de Barcelona, donde ya un general, con un simple telegrama depositado en Correos en septiembre del 23, anuló la Constitución de Cánovas.
Los papelitos de Badalona son como los que en Las Ventas tiraban los toreros para orientarse con el viento antes de Manolita Carmena, que colgó en el balcón municipal la manta de tapar a la llama de Chencho Arias y dice que es la bandera “whipala” o Triunfo del Viento, porque la Tierra, ya lo dice Zapatero, es del Viento; en su caso, el levante atlántico, ese “solano” bíblico que irrita de tal modo los nervios que los romanos, y sobre esto escribió Pemán, tenían por atenuante penal el hecho de haberse cometido un crimen en día de levante.

El 12, en La Moncloa, sólo llovía.