Futuro
Ignacio Ruiz Quintano
Abc
La loba capitolina de Madrid, Carmena, y su delfina, Rita, que no han pasado, juntas, de la solapa del Touchard tan penosamente traducido por Pradera, señalan el mal de la política española no en la falta de representación (esa ley proporcional que corroe el sentido de unidad nacional) o de separación de poderes (fundamento de la corrupción), sino en la sobra de… testosterona.
–¡A nosotras que no nos toquen el cocido! –es su ideal, razón por la cual no quieren por nada del mundo otras elecciones, con el peligro que supondrían para su mamandurria.
Carmena y Rita miran a la partidocracia como a una berrea, que ya es mirar, y ven a Pablemos metido en una testosterona que con tanto beso y tocamiento se les hace manteca “colorá”.
De dar crédito a estas vivarachas damas de la Corte, cada vez que Pablemos se engalla en el Congreso (y la Congresa) España pasa de aquella “gobernanza” de que hablaba (cantinfleaba) Felipe González, Gonzalón, expresión “robada” a Strauss-Kahn y empleada con éxito de público por los tertulianos de reconocido prestigio, al “gobernáculo teste” de que hablaba (blasonaba) el castrador de Delibes, que era un capador que en vez de hablar de la capadora (a talla, a mordaza y a pulgar) hablaba del “gobernáculo teste”, y con eso alcanzaba la categoría de castrador, oficio, a su parecer, el más rentable e independiente.
–Al gallo –decía a Delibes el capador Salvador de la Viuda– se le capa para que no galle, porque hay personas que gustan de oírle cantar, pero no quieren pollos, y le tienen en casa como quien tiene un canario, para que dé el quiquiriquí desde las bardas cada mañana.
Ya sabe Pablemos lo que sus damas cacareantes esperan de él: un chantecler. Mucho canto… y ninguna cal, para no ofender al hombre que quiere seguir reinando, Gonzalón, que niega que ahora vaya a “liderar un consenso” porque eso sería… “ahistórico” (?). Hombre, González, un consenso sólo puede ser, por definición, antidemocrático.