martes, 15 de marzo de 2016

La Extrema



Ignacio Ruiz Quintano
Abc

Los gansos capitolinos nos alertan de la llegada de la Extrema Derecha. Vendría de Alemania, que es de donde nos viene a los españoles todo, desde el césar Carlos hasta Toni Kroos, pasando por este Estado de Partidos que, al decir de los propagandistas de la Santa Transición, viejunos y joveznos, es la envidia del mundo entero.
Para la socialdemocracia, lo que no sea socialdemocracia es Extrema Derecha.

Los socialdemócratas dicen Extrema Derecha para referirse a lo que no sea socialdemocracia como los periodistas dicen Magnate Millonario para referirse a Donald Trump, como si un mileurista pudiese ser magnate.

Otra vez, como dijera Tom Wolfe, la tenebrosa noche del fascismo cerniéndose sobre América, pero tomando tierra únicamente en Europa, donde fascistas son siempre los otros.
El europeo sabe de la democracia por lo que ha leído en los libros, y no sabe que un presidente americano, pongamos Donald Trump, para ejercer su fascismo (técnicamente, el sometimiento del poder legislativo al poder ejecutivo), tendría que irse a Guantánamo, como tuvieron que hacer Bush y Obama, pues en casa tienen la obra maestra de la ingeniería política, la Constitución Federal, que se lo impide.

En América, la ambición se pone en juego para contrarrestar la ambición, dice Madison en “El federalista”, y así el ciudadano dormirá tranquilo.

En Europa, salvo en Inglaterra, donde lo enviarían, por loco, al “Speakers’ Corner”, el barón de Montesquieu sería hoy arrestado en todos los países, por subversivo.

Esta ladradera progre detrás de Trump ya la tiene uno vivida cuando lo de Reagan, “¡un actor!” (en el 80 los actores carecían de consideración intelectual) o “¡un analfabeto!” (en el 80 los analfabetos carecían de consideración social). La noche que barrió a Carter, en el hotel de los americanos en Madrid los jóvenes (y las jóvenas) lloraban “porque nos llevan a la guerra”, y en la calle los rojos autóctonos gritaban: “¡Mejor rojos que muertos!”