DOMINGO, 4 DE AGOSTO
Uno de la multitud le dijo: “Maestro, dile a mi hermano que comparta conmigo la herencia”.
Jesús le respondió:
Jesús le respondió:
-Amigo, ¿quién me ha constituido juez o árbitro entre vosotros?
Después les dijo:
-Cuidaos de toda avaricia, porque aún en medio de la abundancia, la vida de un hombre no está asegurada por sus riquezas.
Les dijo entonces una parábola:
-Había un hombre rico, cuyas tierras habían producido mucho, y se preguntaba a sí mismo: ¿Qué voy a hacer? No tengo dónde guardar mi cosecha. Después pensó: Voy a hacer esto: demoleré mis graneros, construiré otros más grandes y amontonaré allí todo mi trigo y mis bienes, y diré a mi alma: Alma mía, tienes bienes almacenados para muchos años; descansa, come, bebe y date buena vida. Pero Dios le dijo: Insensato, esta misma noche vas a morir. ¿Y para quién será lo que has amontonado? Esto es lo que sucede al que acumula riquezas para sí, y no es rico a los ojos de Dios.
Lucas 12, 13-21