viernes, 9 de marzo de 2012

Misioneros de la muerte


Cristina Losada
Libertad Digital

El fervor de los defensores de la eutanasia nos resulta chocante al común de los vivientes. Como decía Ramón y Cajal, el propósito de la civilización consiste en obligar a la muerte a hacer cada día más larga antesala delante de nuestra alcoba. Ellos, en cambio, quieren que la de la guadaña espere lo menos posible. La medicina ha conseguido mitigar el dolor de la enfermedad y también el del último inexcusable trance. Sin embargo, los devotos de la eutanasia no se contentan con paliativos. Hablan de sufrimiento psicológico, hacen pasar casos excepcionales por casos corrientes e instigan miedos infundados para llevarnos a contrariar nuestro instinto más arraigado. En Francia, una de esas sectas hace estos días proselitismo con anuncios llamativos. Han metido a Sarkozy en una cama de hospital, dicen que con aspecto moribundo, para que cambie de opinión sobre la eutanasia. Lo que no dicen los pilluelos es qué ha sucedido allí donde se ha legalizado.

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