Saliendo por la gatera
Francisco Javier Gómez Izquierdo
De camino a mis obligaciones, paso todas las madrugadas por las cocheras municipales que en Córdoba se llaman Aucorsa, y a las que hay que rodear por entero merced a una disparatada disposición de direcciones. La radio, poco antes de las ocho, dice que no circula ningún autobús municipal por estar la salida ocupada por informadores sindicales que impiden a los conductores ejercer su derecho al trabajo. La acción de los piquetes no me sorprende, teniendo en cuenta que, en la anterior huelga general, el concejal responsable del transporte encabezaba el grupo de sabios oradores... pero mire usted por dónde, justo en el momento de pasar un servidor, veo cómo por las traseras, y lejos de la vista de los de las pancartas, están empezando a salir autobuses con cierta celeridad. Me veo obligado a parar, porque a varios piqueteros ya les han dado “el queo” y corren con descompuesta figura hacia “la gatera” ignorada... y allí que se plantan.
La poli, con menos habilidad de la mínimamente exigible, consigue poner en la carretera una docena de vehículos pasadas las ocho y media, abandonando a su suerte a unos trabajadores que no se sabe si están preparados para repeler emboscadas. En Ronda de los Tejares aparecen varios pelotones con banderas , que desplegados en la vía frente a El Corte Inglés, dividen la ciudad en dos, haciendo imposible el transporte municipal. Como no quiero ser testigo de tanto cerrilismo, acabo pronto en el Banco, compro en el Mercadona, donde el encargado le dice al jefe de un piquete que no tiene inconveniente en que los empleados informen al sindicalismo cordobés sobre su situación laboral, en turnos de diez minutos, y a mi carnicero Paco le compro presa ibérica que haré a la plancha para mi doña y el chico.
Quiero hacer constar que en Aucorsa un energúmeno macho alfa, vestido con un chaleco rojo etiquetado a grandes caracteres con las siglas CCOO, no ha entendido mi afición a fotografiar lo que me pueda parecer curioso e interesante y ha azupado a su borreguil grey contra mi persona. La cosa no ha pasado a mayores, porque con machos menos domesticados se las ha tenido uno y se los ha llevado “al lego”.
De camino a mis obligaciones, paso todas las madrugadas por las cocheras municipales que en Córdoba se llaman Aucorsa, y a las que hay que rodear por entero merced a una disparatada disposición de direcciones. La radio, poco antes de las ocho, dice que no circula ningún autobús municipal por estar la salida ocupada por informadores sindicales que impiden a los conductores ejercer su derecho al trabajo. La acción de los piquetes no me sorprende, teniendo en cuenta que, en la anterior huelga general, el concejal responsable del transporte encabezaba el grupo de sabios oradores... pero mire usted por dónde, justo en el momento de pasar un servidor, veo cómo por las traseras, y lejos de la vista de los de las pancartas, están empezando a salir autobuses con cierta celeridad. Me veo obligado a parar, porque a varios piqueteros ya les han dado “el queo” y corren con descompuesta figura hacia “la gatera” ignorada... y allí que se plantan.
La poli, con menos habilidad de la mínimamente exigible, consigue poner en la carretera una docena de vehículos pasadas las ocho y media, abandonando a su suerte a unos trabajadores que no se sabe si están preparados para repeler emboscadas. En Ronda de los Tejares aparecen varios pelotones con banderas , que desplegados en la vía frente a El Corte Inglés, dividen la ciudad en dos, haciendo imposible el transporte municipal. Como no quiero ser testigo de tanto cerrilismo, acabo pronto en el Banco, compro en el Mercadona, donde el encargado le dice al jefe de un piquete que no tiene inconveniente en que los empleados informen al sindicalismo cordobés sobre su situación laboral, en turnos de diez minutos, y a mi carnicero Paco le compro presa ibérica que haré a la plancha para mi doña y el chico.
Quiero hacer constar que en Aucorsa un energúmeno macho alfa, vestido con un chaleco rojo etiquetado a grandes caracteres con las siglas CCOO, no ha entendido mi afición a fotografiar lo que me pueda parecer curioso e interesante y ha azupado a su borreguil grey contra mi persona. La cosa no ha pasado a mayores, porque con machos menos domesticados se las ha tenido uno y se los ha llevado “al lego”.
Salida principal
Los jóvenes, los primeros en alcanzar a los escapados