lunes, 12 de marzo de 2012

Fertilizante


Pedro Ampudia


Martin Amis escribió que Londres es el lugar al que uno va con el fin de volver más viejo y más sabio. John Carlin hizo el camino inverso, abandonando la capital de Inglaterra, y eso explicaría su actual deriva hacia la tontuna adolescente. Enfrentarse,con una leve resaca dominguera, a lo que Carlin publicó ayer en El País, es un acto de heroidicidad que acometí tras ingerir seiscientos miligramos de ibuprofeno que deberían haber sido más. Lo que más llama la atención de lo publicado, entre una amalgama de charlatanería progre, es que según Carlin, la renovación de Guardiola por el Barcelona es una cuestión de una alta dimensión moral. Y sorprende, sobre todo, pues viene de alguien que conoce a fondo situaciones en las que el deporte sí se convirtió en cuestión moral de manera indiscutible. Carlin escribió en su día sobre el impacto que en la sociedad sudafricana tuvo la victoria de los Springboks en el Mundial de Rugby de Sudáfrica con el mismo entusiasmo con el que ahora pontifica sobre la renovación del santón de Sampedor...

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