PEINADAS
-Cuando, después del baño, me ponía frente al espejo para peinarme, la muchachita insistía en que yo estaba perdiendo el tiempo, pues las peinadas no hacían milagros.
LA ETERNA PARRANDA / ALBERTO SALCEDO RAMOS
Ignacio Ruiz Quintano
-Cuando, después del baño, me ponía frente al espejo para peinarme, la muchachita insistía en que yo estaba perdiendo el tiempo, pues las peinadas no hacían milagros.
LA ETERNA PARRANDA / ALBERTO SALCEDO RAMOS
Ignacio Ruiz Quintano