"¿Hambruna en Ucrania? Un bulo"
Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Tengo para mí que esta ola de indignación que recorre España es efecto natural del destete político. Destetados por las urnas, los hijos del progreso se cogen un berrinche de no te menees. ¡Fascismo! ¡Fascismo! La lógica es bien conocida: derecha es fascismo; las urnas traen derecha; luego el sistema es un adefesio. Tanta indignación, pues, sólo es un ensayo general de oposición a la derecha. Si mañana las encuestas fueran favorables a la banda electoral de Interior, la indignación se acababa en diez minutos. ¡Anda, que no daba voces Barrionuevo los domingos con el cuento de «¡la Vaguada es nuestra!». Asociacionismo, se llamaba entonces la cosa. Jugando al golpismo, en efecto, se puede terminar dando un golpe. Los charlatanes de la Red creen que son ellos los que mueven el cotarro, y celebran que el «New York Times» ya nos ha sacado en portada. Es lo que decía Thomas Bernhard de los Cursos de Verano de El Escorial: te llaman para invitarte a una semana de balde, y para animarte a decir «sí» te sueltan: «¡Umberto Eco ha aceptado ya!» Bueno, pues el «New York Times» nos ha sacado ya. O sea, a los indignados. ¡Qué gran periódico, el «New York Times»! En el 33 tuvo un corresponsal en Moscú, Walter Duranty, más stalinista que Stalin, que negaba la hambruna de Ucrania. En el 85 tuvo un enviado especial en Angola, James Brroke, para el cual «Angolan writers Bloom in independent climate». En los 90 «reportearon» Madrid para contar que los bares del centro estaban atestados de reyes y toreros. ¡Pues el «New York Times» nos ha sacado ya! ¡Pues Umberto Eco ha aceptado ya! «Nunca máis!» ¡No a la guerra! Etcétera.
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