José Ramón Márquez
El trust se ha hecho el amo, y además es que han perdido la vergüenza. Por doquier, mansamente, se han ido colando, ya lo dominan todo y el que se mueve no sale en la foto. Resulta que todo aquel contubernio de agitación y propaganda pro cultura, todo el tormentón de la abolición de Barcelona, todo el interés cultural de la Fiesta se ha sustanciado finalmente en un fatal reforzamiento del grupo de toreros del trust, de sus adláteres y de su ideólogo Toño Matilla, que ahora están perfectamente organizados para copar todas las ferias y festejos, y lo mismo les da que sean en plazas de primera, de segunda, de tercera o de carros, porque lo que tienen claro es que ellos, vayan donde vayan, se van a anunciar siempre con simulacros de toros, con esos repugnantes bichos enanos, claudicantes, de romos pitones, que no tienen ni media leche y ante ellos se van a dedicar a ensayar sus posturas achuladas y a hacer burla del toreo que les da de comer, que les hace ricos.
Ver las fotografías de lo que andan matando por ahí, como las que publicó el otro día Antonio Martín en “Hasta el rabo todo es toro”, da ganas de hacerse antitaurino. ¿Qué les habrán hecho esos pobres peluches para que tengan que clavarles un estoque? ¿A santo de qué lo de picar (¿?) y poner banderillas a esas birrias? A lo que vamos, la evolución natural de esta porquería travestida de toreo, es entonces lo de Cayetano en León: no matar al pobre bicho que estaba tan a gusto en su dehesa y que no se sabe por qué lo tuvieron que ir a molestar; dejarle vivir su estúpida vida en paz. Por eso hay tantos indultos ahora.
Aunque yo creo que esas porquerías no son para matarlas en la arena luminosa de la plaza de toros, porque esas basuras piden la oscuridad y la discreción del matadero y de la puntilla, y morir escuchando el rascar de los cuchillos de los destazadores contra las chairas, porque la muerte en la arena es para los toros de lidia. Esos animales repugnantes de los que se burlan sin recato los del trust de la inanidad, ¿hará falta repetirlo?, no son toros ni lo que les hacen es lidia. Es un simulacro macabro, una burla del toro y del toreo en el que la muerte deviene en un acto absolutamente incomprensible, porque ¿a santo de qué hay que matar a un pobre bicho que no te hacho nada más que favores?
***
¿No habrá un solo justo? Parece que no. Parece que en estos albores del siglo XXI ya no hay nadie que quiera defender con entereza la grandeza del torero que se mide con enemigos acordes. Informa ‘Division de opiniones’ de que 26 novilleros, se dice pronto, han rehusado anunciarse con una novillada de Moreno Silva a celebrar en Millas (Departamento de los Pirineos Occidentales, Francia), 26 desgraciados que tienen el mismo odio a la casta que el que profesan sus hermanitos mayores, en los que ellos se miran: Morante, Manzanares, July, Castella… 26 tontos que, antes de volver tras la barra de un bar o a empuñar la talocha, se piensan que eso es el toreo. Así está esto.
El trust se ha hecho el amo, y además es que han perdido la vergüenza. Por doquier, mansamente, se han ido colando, ya lo dominan todo y el que se mueve no sale en la foto. Resulta que todo aquel contubernio de agitación y propaganda pro cultura, todo el tormentón de la abolición de Barcelona, todo el interés cultural de la Fiesta se ha sustanciado finalmente en un fatal reforzamiento del grupo de toreros del trust, de sus adláteres y de su ideólogo Toño Matilla, que ahora están perfectamente organizados para copar todas las ferias y festejos, y lo mismo les da que sean en plazas de primera, de segunda, de tercera o de carros, porque lo que tienen claro es que ellos, vayan donde vayan, se van a anunciar siempre con simulacros de toros, con esos repugnantes bichos enanos, claudicantes, de romos pitones, que no tienen ni media leche y ante ellos se van a dedicar a ensayar sus posturas achuladas y a hacer burla del toreo que les da de comer, que les hace ricos.
Ver las fotografías de lo que andan matando por ahí, como las que publicó el otro día Antonio Martín en “Hasta el rabo todo es toro”, da ganas de hacerse antitaurino. ¿Qué les habrán hecho esos pobres peluches para que tengan que clavarles un estoque? ¿A santo de qué lo de picar (¿?) y poner banderillas a esas birrias? A lo que vamos, la evolución natural de esta porquería travestida de toreo, es entonces lo de Cayetano en León: no matar al pobre bicho que estaba tan a gusto en su dehesa y que no se sabe por qué lo tuvieron que ir a molestar; dejarle vivir su estúpida vida en paz. Por eso hay tantos indultos ahora.
Aunque yo creo que esas porquerías no son para matarlas en la arena luminosa de la plaza de toros, porque esas basuras piden la oscuridad y la discreción del matadero y de la puntilla, y morir escuchando el rascar de los cuchillos de los destazadores contra las chairas, porque la muerte en la arena es para los toros de lidia. Esos animales repugnantes de los que se burlan sin recato los del trust de la inanidad, ¿hará falta repetirlo?, no son toros ni lo que les hacen es lidia. Es un simulacro macabro, una burla del toro y del toreo en el que la muerte deviene en un acto absolutamente incomprensible, porque ¿a santo de qué hay que matar a un pobre bicho que no te hacho nada más que favores?
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¿No habrá un solo justo? Parece que no. Parece que en estos albores del siglo XXI ya no hay nadie que quiera defender con entereza la grandeza del torero que se mide con enemigos acordes. Informa ‘Division de opiniones’ de que 26 novilleros, se dice pronto, han rehusado anunciarse con una novillada de Moreno Silva a celebrar en Millas (Departamento de los Pirineos Occidentales, Francia), 26 desgraciados que tienen el mismo odio a la casta que el que profesan sus hermanitos mayores, en los que ellos se miran: Morante, Manzanares, July, Castella… 26 tontos que, antes de volver tras la barra de un bar o a empuñar la talocha, se piensan que eso es el toreo. Así está esto.