Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Dicen que lo suyo son las redes sociales, o sea, Internet, pero montan una favela de información permanente en la Puerta del Sol cuyo arquitecto, según la prensa de progreso, merece el Mies van del Rohe. Apenas un tercio de Bernabéu ha reunido la «Marcia su Madrid», inicio callejero de la campaña electoral de la izquierda hispánica para paliar las encuestas del CIS, que la mandan a la calle. ¿Y qué va a hacer la izquierda hispánica en la calle? Pues echarse al monte ante la sonrisa Prozac de la Autoridad: Gallardón y Rubalcaba, Rubalcaba y Gallardón, que creen estar firmes por estar nada más que altos. El otoño será tremendo. Pregunta retórica (para disimular) de Alfonso Guerra: «¿Para qué está la Policía?». La verdad es que nadie pide para estos profesionales de la indignación un trato como el proporcionado por Azaña a los indignados de Casas Viejas («Ni heridos, ni prisioneros: tirad a la barriga»). Como vecinos de Madrid lo que se pide es igualdad ante la ley, y que un pesado que se establece con una quechua en la vía pública reciba la visita de la policía local con los mismos modales empleados con el caballero que estaciona su vehículo en doble fila. ¿Que Cayo Lara, el exégeta de Marx, y Tomás Gómez, el bonito del Sur (el atún ha sido convertido en tabú progresista), quieren jugar a ser rebeldes? («Yo sigo siendo un rebelde», dice Cayo Lara.) Que le compren a Teddy Bautista los trastos de Jeanette y se vayan de bolos por los pueblos hasta que pase «la calor»...
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Dicen que lo suyo son las redes sociales, o sea, Internet, pero montan una favela de información permanente en la Puerta del Sol cuyo arquitecto, según la prensa de progreso, merece el Mies van del Rohe. Apenas un tercio de Bernabéu ha reunido la «Marcia su Madrid», inicio callejero de la campaña electoral de la izquierda hispánica para paliar las encuestas del CIS, que la mandan a la calle. ¿Y qué va a hacer la izquierda hispánica en la calle? Pues echarse al monte ante la sonrisa Prozac de la Autoridad: Gallardón y Rubalcaba, Rubalcaba y Gallardón, que creen estar firmes por estar nada más que altos. El otoño será tremendo. Pregunta retórica (para disimular) de Alfonso Guerra: «¿Para qué está la Policía?». La verdad es que nadie pide para estos profesionales de la indignación un trato como el proporcionado por Azaña a los indignados de Casas Viejas («Ni heridos, ni prisioneros: tirad a la barriga»). Como vecinos de Madrid lo que se pide es igualdad ante la ley, y que un pesado que se establece con una quechua en la vía pública reciba la visita de la policía local con los mismos modales empleados con el caballero que estaciona su vehículo en doble fila. ¿Que Cayo Lara, el exégeta de Marx, y Tomás Gómez, el bonito del Sur (el atún ha sido convertido en tabú progresista), quieren jugar a ser rebeldes? («Yo sigo siendo un rebelde», dice Cayo Lara.) Que le compren a Teddy Bautista los trastos de Jeanette y se vayan de bolos por los pueblos hasta que pase «la calor»...
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