-Los gajos se doblan bajo el peso y los niños tratan de tumbar los frutos a golpe de pedradas o se suben en las ramas para sacudirlas. Es la temporada del mango. Como en un ciclo de vida que trasciende las crisis, las estrecheces, los planes agrícolas incumplidos, llegan otra vez las mangas, los filipinos y los bizcochuelos. Estamos justo en el momento en que el patio más humilde de un pueblito perdido puede equipararse en valor con el jardín mejor atendido de Miramar. Basta que la vieja mata de mangos que sembraron los abuelos esté parida y entonces toda la familia empieza a girar en torno a ella...
En Generación Y
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