El 17 de junio de 2005, en París, tuve ocasión de conversar sobre el problema de las mezquitas en Europa y las iglesias en Arabia Saudí con el Príncipe Turki al-Faisal, durante muchos años jefe de los servicios secretos saudíes y después embajador en Londres y Washington. El Príncipe Turki sostenía la alambicada teoría de que la islamidad de La Meca era inviolable porque era la tierra del Profeta, mientras que Roma nunca fue la tierra de Jesús. Con perdón para Turki, esto es el perfecto Deus ex machina -nunca mejor aplicado.
Ramón Pérez-Maura
Sobre minaretes y campanarios
Abc, 6 de Diciembre