"....una señora fué con autorización del Gobierno a retirar unos restos de los pozos"
Eduardo Molina Fajardo
F. J. Gómez Izquierdo
En Andalucía no hay pueblo, por pequeño que sea, que no tenga una calle dedicada a Federico García Lorca. Los andaluces ni han leído ni leerán al poeta, pero todos saben que fue fusilado en Alfácar. En la parte que dicen barranco de Víznar. Ian Gibson, un irlandés que parece el amo del universal granadino, ha tenido horas, días y años para explicar desde los medios del régimen andaluz todo sobre Lorca. Los periodistas de ese Canalsur que idiotiza han vivido en un continuo amén, ante las palabras del que siempre han tenido como un sabio enamorado de Andalucía. A Lorca no se le estudia. Con ver a Ian Gibson en la tele ya se sabe todo... y ahora resulta que lo que muchos granadinos antigüos hablaban por "lo bajinis" en las tabernas es más científico y más correcto -los granadinos dicen "eso es correcto", "eso no es correcto"- que las lucubraciones del considerado amo de Lorca.
Granada es la patria de los "malafollá", y dicen los nativos que la fama de antipáticos se acrecentó desde el nefasto fusilamiento. Los estudiantes de los 70 explican de continuo la vergüenza que daba hablar entre paisanos del poeta, asumiendo una culpa que ha tenido acomplejada a toda la provincia. Hoy, esa carga ya está superada, pues los bachilleres ya no dan a Lorca. En aquel bachiller que se estudiaba el año que murió Franco, había adolescentes granadinos que escuchaban a sus padres y abuelos contar historias para consumir entre la familia y que se habían aprendido sentados a la mesa de cualquier taberna -¡¡qué tapas dan con la copa de vino!!- tras la partida de dominó.
Hace veinte años, un servidor trató con muchos granadinos y entre ellos comentaban "lo de Lorca". A mí me parecía que fantaseaban y se sacudían pulgas, pero con el paso del tiempo me he ido dando cuenta de que ese enterrador, Manolo "el comunista", que tanta ciencia ha dado a Ian Gibson, tiene la "malafollá" del auténtico granadino... y que lo que contó un falangista de nombre Eduardo Molina Fajardo en Los últimos días de Lorca, no precisa de fe. La primera vez que fui a las Alpujarras pregunté a un hombre en Olvega por la carretera de Lanjarón y el tipo me envió por otra con una mala cara que "paqué".
Todos esos aspavientos con dinero público, imagino que habrán colocado al señor Ian Gibson donde le corresponde y aparecerá alguien que con sosiego empiece a buscar a Lorca de verdad. Preguntando a comunistas... y a los hijos de los falangistas de entonces... pues, en contra de la opinión de Ian Gibson, no es creíble que sólo Manolo "el comunista" dijera verdad en lo tocante a Lorca. No se olvide que, según Gibson, Manolo fue el "enterraor".
Eduardo Molina Fajardo
F. J. Gómez Izquierdo
En Andalucía no hay pueblo, por pequeño que sea, que no tenga una calle dedicada a Federico García Lorca. Los andaluces ni han leído ni leerán al poeta, pero todos saben que fue fusilado en Alfácar. En la parte que dicen barranco de Víznar. Ian Gibson, un irlandés que parece el amo del universal granadino, ha tenido horas, días y años para explicar desde los medios del régimen andaluz todo sobre Lorca. Los periodistas de ese Canalsur que idiotiza han vivido en un continuo amén, ante las palabras del que siempre han tenido como un sabio enamorado de Andalucía. A Lorca no se le estudia. Con ver a Ian Gibson en la tele ya se sabe todo... y ahora resulta que lo que muchos granadinos antigüos hablaban por "lo bajinis" en las tabernas es más científico y más correcto -los granadinos dicen "eso es correcto", "eso no es correcto"- que las lucubraciones del considerado amo de Lorca.
Granada es la patria de los "malafollá", y dicen los nativos que la fama de antipáticos se acrecentó desde el nefasto fusilamiento. Los estudiantes de los 70 explican de continuo la vergüenza que daba hablar entre paisanos del poeta, asumiendo una culpa que ha tenido acomplejada a toda la provincia. Hoy, esa carga ya está superada, pues los bachilleres ya no dan a Lorca. En aquel bachiller que se estudiaba el año que murió Franco, había adolescentes granadinos que escuchaban a sus padres y abuelos contar historias para consumir entre la familia y que se habían aprendido sentados a la mesa de cualquier taberna -¡¡qué tapas dan con la copa de vino!!- tras la partida de dominó.
Hace veinte años, un servidor trató con muchos granadinos y entre ellos comentaban "lo de Lorca". A mí me parecía que fantaseaban y se sacudían pulgas, pero con el paso del tiempo me he ido dando cuenta de que ese enterrador, Manolo "el comunista", que tanta ciencia ha dado a Ian Gibson, tiene la "malafollá" del auténtico granadino... y que lo que contó un falangista de nombre Eduardo Molina Fajardo en Los últimos días de Lorca, no precisa de fe. La primera vez que fui a las Alpujarras pregunté a un hombre en Olvega por la carretera de Lanjarón y el tipo me envió por otra con una mala cara que "paqué".
Todos esos aspavientos con dinero público, imagino que habrán colocado al señor Ian Gibson donde le corresponde y aparecerá alguien que con sosiego empiece a buscar a Lorca de verdad. Preguntando a comunistas... y a los hijos de los falangistas de entonces... pues, en contra de la opinión de Ian Gibson, no es creíble que sólo Manolo "el comunista" dijera verdad en lo tocante a Lorca. No se olvide que, según Gibson, Manolo fue el "enterraor".