sábado, 12 de diciembre de 2009

PERO... ¿DE DÓNDE VIENE EL TORO BRAVO?

José Ramón Márquez

Hace un mes, aproximadamente, en Tharascon sur Rhône, Paquito Leal se puso frente a un búfalo de los que se usan para la mozzarela. Buscaron un macho que tuviese comportamiento agresivo y eligieron a uno que había matado dos vacas en el campo, lo encerraron y lo llevaron a la plaza. El bicho salió barbeando tablas y de burladero en burladero, pero al tenderle el capote el animal embistió metiendo la cabeza. No lo picaron por temor a los ecologistas esos del PETA de Obama y eso hizo que la lidia tuviese más interés, pues las embestidas del animal eran muy violentas, por lo que Paquito Leal se vio obligado a plantear una faena sobre las piernas de poder a poder, faena prebelmontista en la que se llevó una cornada en la mano. El animal tampoco fue muerto a estoque por los motivos antes dichos. El búfalo era alto, en un tipo miureño, escurrido de carnes y cornivuelto. Solamente viendo ese comportamiento ya podemos decir más de una docena de ganaderías bravas con las que no está emparentado.

Nos informa la prensa de que el paleontólogo Bienvenido Martínez Navarro, que al parecer es un gran experto en la fauna primitiva, y que no pertenece a la Dinastía Bienvenida, viendo una corrida de toros por televisión se percató de las similitudes morfológicas entre un toro bravo y el cráneo de un búfalo de hace un millón de años que había encontrado en Eritrea. El científico –del Instituto Catalán de Paleoecología Humana y Evolución Social- bautizó a su hallazgo como Bos Buiaensis y sostiene que tal antepasado remoto de los toros salió de África en dirección a Villarrubia de los Ojos por causa del cambio climático, que por lo visto hace casi un millón de años ya estaba también el Al Gore ése dando la murga con el tema. Bueno, pues el burel, cornidelantero y un poquito veleto, tenía dos metros de pitón a pitón y solamente viendo esa cornamenta ya podemos decir más de una docena de ganaderías bravas con las que no está emparentado.

En el Museo Taurino de Córdoba, que lleva cerrado desde hace lustros, se guarda disecada la cabeza de un toro que mató Guerrita que tiene la armoniosa medida de un metro exacto de pitón a pitón –el auténtico metro patrón o metro pitón-; es decir, un metro menos que la encornadura del Buiaensis. En un millón de años de evolución la especie perdió el metro de distancia entre los pitones del búfalo Buiaensis y la fiereza del búfalo sin nombre de Tharascon. Tan sólo han hecho falta ciento y pico años de selección ganadera o ganadura, para conseguir llegar al nuevo estadio evolutivo de la cabaña ganadera, al Bos Idilicus, animal de carácter doméstico, bondadoso y fiel, de comportamiento pastueño y agradecido, de fuerzas justas para mantenerse en pie y de cornamenta apretada y breve, como deben ser las cosas buenas. Y del simpático Bos Idilicus sí que podríamos decir más de tres docenas de ganaderías bravas con las que está emparentado.