FLOR DE CANANAS
"Los toros están antes de Franco y después de Franco", ha dicho José Miguel Arroyo en Abc, y de pronto -vamos a parafrasear a Vicente Tortajada- toda la flor de cananas ha disparado su polen de azufre, carbón y clorato sobre cuarenta o cincuenta ecologistas cansados y a la espera de órdenes.
A Franco le daban igual los toros. ("Fui aficionado cuando era persona", le dijo al periodista mexicano Chávez Camacho, que vino a preguntarle.) Pero dejaba hacer:
-Yo pienso que debe torear el que guste al público.
Ésa fue la orden que dio a Girón, su ministro, para resolver el conflicto taurino. Pero Girón, natural de Herrera de Pisuerga, como aquel "senador de Massachutsetts" que llegó a presidente del Real Madrid, no era aficionado a los toros.
-Mire usted: yo no entiendo nada de toros -le dijo al mismo periodista-. Los toreros forman un grupo especial como el de los gitanos. Yo los veo como a la gente de circo y no tomo partido por ninguno de ellos, como tampoco tomo partido por el cirquero que levanta cien kilos con un dedo. Ellos viven en su medio y en él se sienten contentos. Pero yo tengo otra forma de vida.
Ignacio Ruiz Quintano