Informa El Confidencial Digital que un espectador de un ‘concierto’ de jazz en Sigüenza, hizo comparecer a la Guardia Civil en la sala, denunciando que el intérprete, llamado Larry Ochs, no tocaba jazz sino música contemporánea, la cual tenía contraindicada el denunciante por prescripción médica. Uno de los números, guardia y amateur, tras oír los sonidos del tal Ochs declaró que, efectivamente, aquello no era jazz.
Imagínense la veda que abre la benéfica acción de este probo ciudadano: cuando vas al teatro a ver al pobre Hamlet y te lo han transformado en un yonqui homosexual, o cuando te metes a almorzar a un restaurante y te atizan una carta llena de foie y de maridajes hasta en los postres, cuando te compras una novela de un autor famosillo y resulta que es la misma que un desconocido presentó a un premio literario y se olvidó de registrar en la propiedad intelectual, cuando votas a la derecha y te sube los impuestos, cuando vas a los toros a ver la transubstanciación de un dios y te encuentras con un hombre adusto capeando el temporal como puede, cuando te metes en la iglesia y te dan de comulgar con un bollicao, cuando vas a ver el Nibelungo al Real y o bien sale en pelotas hasta el anillo, o bien te han transformado a Sigfrido en un neocon que vive en Manhattan. Urge que, en vez de estar machacando las carreteras con los radares, causa de malestar y de enfado entre los ciudadanos, la Benemérita especialice a sus agentes elevando su nivel cultural para que, con el mismo celo que el anónimo número amante del buen jazz, pueda haber otros que defiendan al ciudadano de estos nuevos salteadores de caminos que te quitan la cartera, modernos Tempranillos, con las mil mixtificaciones que, bajo la capa de la modernidad y del aggiornamento nos encontramos cada día los indefensos ciudadanos de a pie.
Imagínense la veda que abre la benéfica acción de este probo ciudadano: cuando vas al teatro a ver al pobre Hamlet y te lo han transformado en un yonqui homosexual, o cuando te metes a almorzar a un restaurante y te atizan una carta llena de foie y de maridajes hasta en los postres, cuando te compras una novela de un autor famosillo y resulta que es la misma que un desconocido presentó a un premio literario y se olvidó de registrar en la propiedad intelectual, cuando votas a la derecha y te sube los impuestos, cuando vas a los toros a ver la transubstanciación de un dios y te encuentras con un hombre adusto capeando el temporal como puede, cuando te metes en la iglesia y te dan de comulgar con un bollicao, cuando vas a ver el Nibelungo al Real y o bien sale en pelotas hasta el anillo, o bien te han transformado a Sigfrido en un neocon que vive en Manhattan. Urge que, en vez de estar machacando las carreteras con los radares, causa de malestar y de enfado entre los ciudadanos, la Benemérita especialice a sus agentes elevando su nivel cultural para que, con el mismo celo que el anónimo número amante del buen jazz, pueda haber otros que defiendan al ciudadano de estos nuevos salteadores de caminos que te quitan la cartera, modernos Tempranillos, con las mil mixtificaciones que, bajo la capa de la modernidad y del aggiornamento nos encontramos cada día los indefensos ciudadanos de a pie.