¡SEGUNDOS, FUERA!
Cómo echamos de menos aquel grito del speaker en las veladas de los viernes en el madrileño Campo del Gas, con Poli -el Díaz-, Solé y los demás. Cuando Olano, al lado de doña Antonia -la señora madre de Poli, que convidaba a buñuelos-, guiñando los ojos, decía: "¡Pero qué rabia tiene este señor a los segundos!"
Los segundos se han pasado la semana pidiendo perdón: Valdano, por el ridículo de Alcorcón; Cospedal -ese epígono pepero de Norma Duval-, por lo de Gallardón y lo otro. Cuando Laertes está al borde de la muerte le ruega a Hamlet "intercambiar perdones". ¿Y? Que el cardenal Belarmino, allá por el siglo dieciséis, llevaba razón: "No habría en la actualidad tanta facilidad para pecar, si no hubiera tanta facilidad para absolver."
Ignacio Ruiz Quintano
Cómo echamos de menos aquel grito del speaker en las veladas de los viernes en el madrileño Campo del Gas, con Poli -el Díaz-, Solé y los demás. Cuando Olano, al lado de doña Antonia -la señora madre de Poli, que convidaba a buñuelos-, guiñando los ojos, decía: "¡Pero qué rabia tiene este señor a los segundos!"
Los segundos se han pasado la semana pidiendo perdón: Valdano, por el ridículo de Alcorcón; Cospedal -ese epígono pepero de Norma Duval-, por lo de Gallardón y lo otro. Cuando Laertes está al borde de la muerte le ruega a Hamlet "intercambiar perdones". ¿Y? Que el cardenal Belarmino, allá por el siglo dieciséis, llevaba razón: "No habría en la actualidad tanta facilidad para pecar, si no hubiera tanta facilidad para absolver."
Ignacio Ruiz Quintano
