miércoles, 3 de mayo de 2023

Se amotina el protocolo



Hughes


Es curioso que el 2 de mayo, día del levantamiento popular, se celebrara con una disputa entre políticos por el importante asunto del protocolo, ceremonial de élites al fin y al cabo.

Como si fueran temibles mamelucos, o como si lo fuera él, Bolaños se las vio con las encargadas de protocolo de la Comunidad de Madrid. Con la cantidad de trepas y comecanapés que hay en la capital, estas señoras son, seguro, unas «fenómenas». Unas Militao de la moqueta.

Nadie podía esperar que el okupa del evento fuera un ministro, con más ganas de fotocall que una influencer, pero esta vez había que moverse para no salir en la foto.

Como cada uno de estos políticos lleva un séquito digno de un rapero, Bolaños delegó la palabra y alguien, con legalismo sentencioso, repetía: «Estáis incumpliendo el decreto». Pues vete al TC, majo, pudieron responderle, pero lo que el protocolo hizo fue amotinarse.

Y en eso quedó el dos de mayo: en un motín del protocolo frente al político. No hubo pueblo, pero al menos hubo motín y con eso se conformarán los sedicentes patriotas liberales, callando que de estas guerrillas entre administraciones sacan algo las dos, Sol y Moncloa, Génova y Ferraz, pues las dos tienen vuvuzelas de sobra para rentabilizarlo.

Pero no perdamos de vista que era un dos de mayo, la fecha de la insurgencia popular española, y que dos políticos se peleaban por la foto. No dos políticos, sus asesores o encargados. Es tan absurdo como que esta festividad haya quedado para la pompa de la Comunidad de Madrid, que ni capital es. ¿Qué realidad o entidad histórica tiene lo que comparten Coslada, Móstoles y Chinchón para patrimonializar el levantamiento popular?

[...]

Siglos después, el equívoco sigue. La nación está nominalmente recogida en la Constitución, pero lo justo, lo mínimo para sostener el paripé: una única mención frente a las 74 que ha contado Torrox para las comunidades autónomas; y una de ellas convierte el dos de mayo en hecho regional. El ayusismo se aprovecha, habla por la nación, se sale un poco de sus zapatos, y a la presidenta, rodeada de pelotas y alabarderos, le falta sacar unos tanques a Sol.

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Ayuso y MAR están haciendo algo fabuloso: Madrid no imita a las autonomías, imita al Estado y se convierte en plaza para hacer política nacional alternativa explotando la capitalidad y la eterna suspicacia competencial.

El dos de mayo nacional se reivindica como empanadilla mítica por los nuevos afrancesados que detestan, aunque explotan, el populismo y el nacionalismo. ¡Viva el pueblo! Pero ¿dónde está el pueblo? ¡Viva la nación! Pero ¿dónde está la nación? Un dos de mayo autonómico convertido en guerra protocolaria entre partidos globalistas francogermánicos es lo menos dos de mayo que pueda imaginarse, pero el guirigay referencial es total y la gente dará por buenas las Malasañas del protocolo.

 

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