DOS GRÁFICAS AL ALZA QUE PERMANECERÁN SECRETAS
Hughes
Abc
Cuando sucedía lo de EE.UU, las televisiones españolas seguían a lo suyo, reñir a los ciudadanos y sacar ministros. Como siempre, se salvaba La Sexta con Ferreras, que algo sabe de gente rodeando sitios. A pesar de los graznidos de los peritos demoliberales, ¿era un golpe lo del Capitolio? Una nota de la agencia AP intentaba ayudar a los periodistas. Considerando que eran «manifestantes armados que entraron en el edificio e interrumpieron el proceso de certificación de votos» decir «protesta» era demasiado suave. Cabía «turba» o «disturbio», pero no «golpe» o «intento de golpe», pues no había evidencia, decían, de que los manifestantes quisieran tomar el gobierno. Ni había evidencia de eso ni de que fueran animados por Trump, pese a los deseos húmedos de quienes por fin veían cumplida su profecía de un tirano que les legitime para ser como son.
Además del Covid, dos gráficas al alza explican 2020. Una representa los votos que recibió Biden de la providencia electoral en el momento justo de necesitarlo. La otra refleja el notable incremento de los asesinatos en EE.UU a partir del apoyo del BLM por el establishment. Estos dos grandes y súbitos saltos permanecerán secretos para el público, «conspiranoia», objeto quizás de censura en las redes.
No hay opinión pública (atmósfera rara en un mundo liberal) y disentir obliga a responder de lo que haga uno de Ohio vestido de bisonte, mientras ellos, antitrump, no responden de nada. No se les acusará, por ejemplo, de patrocinar una retórica de odio que pudo cobrarse otra víctima en la mujer tiroteada por la policía. Ni responderán por su silencio cuando los manifestantes «pacíficos» rodearon hace meses la Casa Blanca. Pese a que nadie les abrió la verja, tuvieron que llevarse a Trump a un búnker. Quemaron una iglesia cercana y el presidente fue criticado por visitarla.
La violencia no empezó por Trump, más bien contra Trump, tampoco animó a ella, pero le harán culpable de lo que venga porque en su contumacia sí sobrevive algo subversivo. Su sola mención denuncia la decadencia de una república tomada por oligarcas y la deriva de un mundo que declara superada la vieja libertad americana.