viernes, 22 de mayo de 2020

Spain is different

Torremolinos'60
 
Hughes
Abc

Hasta que Sánchez, Iglesias y Garzón, esos Zori, Santos y Codeso del desarrollo, nos cambien el modelo productivo y nos hagan por el mismo precio la transición ecológica con algún disparatado decreto de los suyos, la realidad es que el turismo, ese gran invento, da casi tres millones de puestos de trabajo.

Es un sector fundamental, un órgano que bombea, y ahora nos tiene en un ay como todo lo demás. La negligente respuesta del Gobierno a la epidemia trae como correlato la lentitud en la reactivación. Europa (¡Más! ¡Mucha más!) ya toma medidas de apertura y nosotros nos quedamos rezagados. El sector pide volver en junio, el sector reclama incentivos, y el Gobierno, que ha descubierto ahora la prudencia, hace también «la ciencia», que no se va a hacer sola, y dice que dos meses. En riesgo, la temporada.
 
España ahora mismo «is different», pero «different» de verdad. Los últimos en abrir el chiringuito. Se necesita seguridad, cierto, y la seguridad puede ser rentable, pero también inventiva, dinamismo, iniciativa. Transitar hacia la Grandeza, como dice Trump. Imaginarla al menos. Aunque puede que la Grandeza también sea fascista.

Aquel eslogan de los años sesenta fue la forma de hacer del vicio virtud, del atraso un atractivo. Lo escribió Michel Houellebecq, nada menos, en «Serotonina»: «Francisco Franco, independientemente de otros aspectos a veces objetables de su acción política, podía ser considerado el verdadero inventor a escala mundial del turismo de lugares con encanto, pero su obra no se detenía ahí, ese espíritu universal sentaría más adelante las bases de un auténtico turismo de masas (¡pensemos en Benidorm!, ¡pensemos en Torremolinos!, ¿existía en el mundo, en los años sesenta, algo comparable?), Francisco Franco era en realidad un auténtico gigante del turismo, y es con esta vara con la que acabaría siendo valorado, cosa que ya empezaban a hacer algunas escuelas de hostelería suizas, y, de un modo más general, en el plano económico el franquismo había sido recientemente objeto de estudios interesantes en Harvard y Yale, que mostraban cómo el caudillo, presintiendo que España nunca llegaría a subirse al tren de la revolución industrial que, preciso es decirlo, había perdido totalmente, había tenido la audacia de quemar las etapas invirtiendo en la tercera fase, en la fase final de la economía europea, la del sector terciario, el turismo y los servicios, dando así a su país una ventaja competitiva decisiva...». Transcrito sea esto con perdón