Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Lo más bonito de Holanda no está dicho en su himno (“al Rey de España /
siempre le he honrado”), sino en un decir surrealista de Rafael el
Gallo:
–Otro país que he visto es Holanda. Del mismo conozco Curaçao, que viene a ser para Holanda como Gibraltar para España.
El drama de la granja europea es el envejecimiento, y la
socialdemocracia se propone hacer limpieza de corrales, para lo cual el
mágico país del Curaçao que vio El Gallo pone sobre la mesa la pastilla
del Día Antes que resuelve el verdadero problema filosófico de Camus: el
suicidio (para mayores de 70 años).
El pastillazo parece la
medida estrella de la nueva Silver Economy que nos traen dos personajes
hueros, Merkel y Macron, sin hijos, que creen que uno paga impuestos con
más alegría si sabe que a los 70 podrá dejar de hacerlo.
–El nacionalsocialismo dio más importancia a las cosas que a los hombres; consideró que estos eran un obstáculo para su prosperidad material cuando estaban viejos e inútiles para el trabajo y debían desaparecer. Era la mentalidad del salvaje que mataba a los niños y a los ancianos porque estorbaban. Eso, aunque se tengan muchos museos y bibliotecas, es de salvajes.
Lo anota en sus memorias Largo Caballero, el Lenin
español, que no era lo que se dice un Cocteau de la sensibilidad, a la
edad en que la UE te receta el pastillazo.
Como “la vie” de
Montaigne, la Silver Economy es ondulante (“ondoyant”): el felipismo
rebajó la edad de jubilación profesional para producir vacantes (¡ni un
progresista sin cátedra!); las ocupó a lo rebajas de Harrods, y se
volvió a la jubilación anterior. Ahora, para aligerar de jubiletas la
Silver Economy, contamos con el pastillazo holandés y los supermercados.
Lo dice Sánchez, que es doctor en Economía: “Es inaceptable que los
precios bajen y bajen”. Como fondo, las brujas de Macbeth de El Sastre
del Campillo:
–Aquí en este país / ya no sube nada / ni sube la cultura / ni sube el capital / sólo la sicalipsis / se sube más y más.