viernes, 23 de noviembre de 2018

Totus



Ignacio Ruiz Quintano
Abc

A juicio de Pedro Sánchez, “todos tenemos la culpa” de que una llama (lama glama) de la Esquerra escupiera en el Parlamento a un ministro del gobierno.
Se ve que a Sánchez le ha pasado Iván Redondo el “Speech” de Burke a los electores de Bristol, con su famoso sofisma liberal, basado en el don de lenguas religioso, según el cual, una vez elegido en Bristol, uno pasaba a representar a toda Inglaterra, invitándolo así a traicionar a sus electores.

–Usted también representa a Pontevedra –espetó una tarde Rajoy a un señor de Bilbao, haciéndole un Burke invertido, que de Burke nos viene esta caricatura de la representación en la Casa de la Palabra, como la llama Ana Pastor mientras se pone las madreñas para andar por las palabras del Diario de Sesiones.
El sofisma de Burke lo hacen suyo Sánchez y la propaganda política, que se creen representados por esa llama de la Esquerra que lanza un lardo a Borrell como esas tortillas francesas que sueltan los defensas centrales al volver a su puesto después de rematar un córner.
Mas, por si fuera cierto que “lo que a todos atañe todos deben aprobarlo”, digo que a mí no me representa la llama de la Esquerra, y no porque escupa, sino porque no la he elegido. En una democracia representativa (candidaturas uninominales de diputados de distrito), esa llama de la Esquerra representaría únicamente a sus electores (nunca a todos los españoles, como sostienen Sánchez y la propaganda política). Pero en nuestro Estado de Partidos (candidaturas de listas de partido y escrutinio proporcional), esa llama de la Esquerra representa únicamente a quien le haya colocado en la lista, que no sé cómo se llama, y tampoco es cosa de levantarse a mirarlo.
¿Por qué la politología andante, que pretende ser científica y reposar sobre la observación directa de los hechos, pretende estar de acuerdo aquí con la doctrina puramente metafísica de los “burkimanos”?

Pues porque lo que a todos engorda, todos deben probarlo. “Quod omnes tangit…”