Francisco Javier Gómez Izquierdo
“ El 7 de noviembre de 1938, tres Katiuskas se presentaron a las 7,35 de la mañana sobre CABRA, que estaba en fiestas, y lanzaron su carga mortífera sobre la plaza, causando 86 muertos (11 soldados y 75 civiles) y 117 heridos *, todos civiles excepto dos. Hasta la fecha nadie ha explicado los motivos de este extraño y cruento bombardeo” Jesús Salas Larrazábal Salas. Enciclopedia de la Aviación Militar Española. Volumen 1, fascículo 12 página 192. Año 2000.
*De los heridos murieron 40 hasta hacer un total de 126 víctimas mortales, entre los que había 18 niños.
La incomprensible, por sanguinaria, actuación de la aviación republicana en una retaguardia desarmada se despachó con el siguiente parte de operaciones de la Jefatura de las Fuerzas Aéreas Centro-Sur:
“A las 7,27 despegaron tres B. K. para efectuar un servicio de reconocimiento y bombardeo de Cabra. Se batió el objetivo eficazmente observándose las explosiones en el centro del pueblo. No se observó caza enemiga ni se les hostilizó con fuego antiaéreo, tomando tierra todos los aparatos sin novedad”
Los egabrenses mayores hablan de ríos de sangre, de muerte y desolación. Aún no se explican qué pretendía la aviación republicana tan desgraciado día. Tampoco entienden la falta de un pintor como Picasso que diera fe de tanta destrucción de vidas y haciendas, el ningún sentido homenaje por Gobierno de España o Junta de Andalucía en estos 80 años de resignación y olvido nacional y lo que más les duele es la sensación del desprecio que genera el relato de lo que padecieron por personas que a ellos les parecen normales. Doña Calvo, por ejemplo, la representante más notable del pueblo, que dice que no le gusta crispar a costa de la Historia reciente, podría recordar a los españoles qué cosas se hicieron mal en la guerra, pero ella está en otros asuntos. A ella le importan más los caídos en otras montañas y valles.