Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Igual que hay un ciclismo de cuneta (Perico) y otro de televisor (Indurain), hay un fútbol de ir al estadio (el del PSG de Mbappé) y un fútbol de quedarse en casa (el del Madrid de Ramos).
El Madrid de Lopetegui y Solari es el Madrid de Ramos, y el Madrid de Ramos es un Madrid de cómic. Como una historieta de la p… mili de Ivà: uno imagina, por ejemplo, la toma de la Colina de la Hamburguesa con el sargento Arensivia en el papel del teniente coronel Honeycutt, cuyos hombres ofrecieron diez mil dólares del 69 por su cabeza cuando la estúpida batalla terminó.
Es verdad que en Barcelona, la tarde del 5-1, más que de Ivà el cómic parecía de Gallardo, con Ramos de Buitáker y Lucas de Blasillo. Por cierto, una semana después, ni un pito pipero se oyó en el Bernabéu para los futbolistas que hicieron el ridículo ante un Barça sin Messi. Así que, en lo que esté Solari, los partidos del Madrid no los cubrirán periodistas, sino antropólogos, que seleccionan e interpretan los hechos de acuerdo con los prejuicios prevalecientes en su época.
–¿Qué sabemos del salvaje quienes nos quedamos en nuestras casas? –pregunta, hablando de los antropólogos, Bertrand Russell–. Los seguidores de Rousseau dicen que es noble, los imperialistas lo consideran cruel, los antropólogos de mentalidad eclesiástica afirman que es un padre de familia virtuoso, mientras que los partidarios de reformar la ley del divorcio aseguran que practica el amor libre. En una palabra, el salvaje es un individuo servicial que hace lo que sea necesario para sustentar las teorías de los antropólogos.
Eso nos parecía a nosotros Ramos, un Apocalypto servicial, hasta que en Barcelona, al ser preguntado por Conte, dijo que el Madrid gana más con gestores de egos que con entrenadores de fútbol, o sea, cuando manda el vestuario, que es él, y a toda la antropología le pareció bien.
Pero gestor de egos es Lopetegui, y ya vimos cómo comenzó y cómo terminó.
Lopetegui comenzó con el “Querido Julen, hoy regresas a tu casa” de Florentino Pérez, que a todos nos recordó otro recibimiento a Lopetegui inolvidable, el de David Vidal en Logroño: “No, Julen, no. Usted no viene del Real Madrid. Usted viene del Castilla y aquí le vamos a hacer importante”. Que aquí David Vidal estuvo hecho un Rafael el Gallo, una vez que El Cuco, su cuñado, decía sin parar “porque nosotros los Gallo”, y Rafael le interrumpió para corregirle: “No, Cuco. Gallo soy yo. Tú eres Cuco”.
Y Lopetegui terminó yéndose por el gran escotillón del Infierno, sin más títulos que el de El Hombre Que Tapó A Vinicius. Como decían los viejos gacetilleros, no tuvo suerte… “Pero en su rostro, que parecía de mármol, no hubo el menor gesto de contrariedad cuando la raqueta insaciable del croupier arrastraba sus apuestas…”
Pobre Vinicius, adquirido a precio de joya de fútbol y convertido por un lúser en cuento de Navidad. ¿Quién estaba más desamparado, Twist, Smike, Pip, Copperfield o… Vinicius? Su historia, con música de Cano y letra de Roncero, hubiera competido con la de “Annie” (Florentino Pérez sería Oliver Warbucks, y Ramos y Lucas, Rooster y Lily), pero los aficionados nos habríamos perdido al futbolista.
Del desamparo de Vinicius con Lopetegui nos da una idea el abrazo de Vinicius a Solari tras del gol al Valladolid, como si Solari lo fuera a proteger de los “bisas” (“bisabuelas”, en la mili) del vestuario. Solari tiene fama de hombre culto porque una vez se sentó a leer, ¡y llegó hasta el final!, un editorial del periódico global. En su primera rueda de prensa como entrenador dijo “cojones”, que es una cosa que Truman Capote dice mucho, en español, en “A sangre fría”, y para las beatas progres fue como si fuera judío y hubiera dicho “¡Jehová!” en “La vida de Brian”. Pero el equipo está muerto y necesita energía contiana (si no hay otra), no citas-chicle de Laclau masticadas por Valdano.
–Estoy orgulloso de que me carguen la mochila de piedras –resuena, al fondo, la falsa humildad legionaria de Ramos, que lleva detrás muchos Manolos del Bombo que le cantan y ni un solo Manolo del Bulto que le corrija con un “esos c…, ¡en Despeñaperros!”. Con Piqué, en su día y en el Combinado Autonómico, sin ir más lejos.
¿Qué clase de piedra es Vinicius?
(Dos días después de tomar a sangre y fuego la Colina de la Hamburguesa -por la cantidad de “carne picada” que costó-, los ocupantes recibieron la orden de abandonar la posición.)
VALORES ETERNOS
A los futbolistas groseros el “mainstream” siempre les sale al paso con la cantinela de los valores a defender. “Señores, que hay niños delante y unos valores que defender detrás”. ¡El fútbol como portador de valores eternos! Luego ves que toda la publicidad del futbol son casas de apuestas, es decir, el valor eterno del juego. ¡El “homo ludens” de Huizinga! Y luego lees que Infantino, el fifero que viajó a Cuba a ponerle la camiseta del delantero centro a Raúl Castro, fue “ayudante necesario” en el “dopaje financiero” del PSG de Neymar y Mbappé. ¡El valor eterno del dinero! ¡El “homo economicus” de toda la vida de Dios!