sábado, 23 de junio de 2012

Sin rival

¿Zorba o Nikopolidis?

Francisco Javier Gómez Izquierdo
 
Si ayer faltó Rosicky, hoy no ha estado Karagounis, y si Chequia echó de menos un cerebro, Grecia no ha tenido corazón. Se puede vivir  tiempo con parálisis cerebral, pero si se para el corazón no hay tío pásame el río.  Entre Grecia y Alemania hay tanta diferencia económica como futbolística y la anécdota del duelo entre amo y criado ha quedado en eso. En anécdota. El fútbol griego es la escuela de  Maguregui adaptada por un alemán -Otto Rehhagel- pero con metodología germánica. Con musaka y sin chuletones... para que los centrocampistas helenos no se pierdan en malas digestiones. Katsouranis, legendario como Karagounis, Makos, Ninis y Samaras, son obedientes y dan lo que tienen, pero de donde no hay, no se puede sacar. Samaras, al que vi hace unos años jugando con el Liverpool contra el Betis y me pareció que nacía una estrella, no ha sido educado en lo futbolístico como merece, pero tiene que jugar por obligación a la espera de que invente un milagro. Le ayuda en la intendencia Salpingidis... y nadie más. El resto del equipo sólo sabe defender, pero cuando tienes un portero que va con “ellos”, toda defensa es inútil. 

     A mí no me ha parecido que Alemania haya hecho un partido notable, sino que se ha aprovechado de una fragilidad griega que no viene de esas maldiciones destructoras que son tan del gusto de su mitología. El fútbol griego lo sostienen dos héroes a los que ya no veo en el próximo mundial,  instruidos en la espartana disciplina que instauró Rehhagel.  Al final del partido ha salido Liberopoulos, un tercero que vivió lo de Portugal, pero en realidad quién no debió jubilarse es el canoso Nikopolidis, un guardameta con la protección de Delfos.

    En el once alemán son varios los jugadores a los que noto fatigados. Sus dos laterales sin ir mas lejos. Y de Schwesteinger no es necesario que ponga aquí lo que el menos avisado de los aficionados ha comprobado. Klose todavía es Klose, pero el mejor de los germanos ha sido Khedira, al que sus críticos van a tener que mirar con otros ojos, y las alabanzas al señor Özil, dedicadas por el comentarista Maldonado, las quiero ver ante Italia... o ante la Gran Bretaña, que también pudiera ser.