viernes, 22 de junio de 2012

La Trinidad Tomista



José Ramón Márquez

El tres. El segundo número primo y el primer número primo impar, el segundo número triangular, el cuarto término de la sucesión de Fibonacci. El tres, número perfecto para la cultura medieval, símbolo de la Trinidad y por tanto número celeste. El tres, las deidades triples, la tríada que engendra a los Diez Mil Seres de Tao Te King, la tríada osiriaca, Isis, Osiris y Horus; la tríada griega, Zeus, Hades y Poseidón y la que envenenó el siglo XX:  Marx, Engels y Lenin. El tres que es uno: el Padre, el Hijo y el Espíritu. El tres en uno José Tomás, padre y breve alcalde, José Tomás, hijo y torero, José Tomás, nieto y bebé. Y, además, de nuevo el tres, tres tardes, tres rápidas tardes en las que sustanciar tanto desgarro, en las que compensar a los suyos de tanta ausencia, tres tardes en las que explicar su tauromaquia hegeliana, su toreo filosófico en el que la razón, el espíritu y la idea son los términos sinónimos que expresan la Totalidad real e infinita de este hombre que no es sólo un hombre, sino un compendio de todos los hombres, una totalidad, o sea.

Sin embargo, este hombre no es ya un héroe. Este hombre que está abrumado por esas tres tardes, Badajoz, Huelva, Nimes, no es ya un hombre del siglo, sino más bien un espíritu anonadado que defiende su interioridad, temeroso de perderla; que en su fuero interno considerará que en su alma habita de forma pura lo ideal, pero cuya  personalidad mansa se niega tercamente a volcar su deber en la acción, por ello se retira de la existencia, se cierra en sí mismo y rehúye todo contacto con la realidad. De ahí las tres tardes a deshora y en los sitios menos esperados. Por eso es que no para de leer a Hegel, porque alguien le habrá dicho que en él hallará la respuesta. De ahí, de una filosofía mal leída y peor entendida, es de donde salen sus tres tardes de pura negación del deber, a las que nadie con decencia debería asistir, pues esas tres actuaciones estelares tan sólo son la ínfima excusa para volver a ser el único postulante a las tres sustanciosas Pés del Prestigioso Premio Paquiro.