jueves, 9 de agosto de 2012

Robar

Consuelo de los pobres

Francisco Javier Gómez Izquierdo

Diego J. O. tenía intención de robar unas gallinas en Jaén, pero la Guardia Civil lo detuvo merodeando la finca en que estaban guardadas.

     -Me tiraron al suelo y me pisaron la cabeza, ¿sabusté?

     Diego J.O. no comprende lo escrito, tiene tres niños, y la certeza de ser pobre. Por lo de las gallinas le condenaron a dos años y pico de cárcel y después de uno y medio entre rejas los psicólogos de la prisión creen que debido a su buen comportamiento puede acceder al tercer grado. 

      Otro Diego, apellidado Cañamero y que es un señor que vive de ser alcalde ó concejal y que presume de sindicalista, ha forjado una leyenda de mártir por un episodio de hace 30 años, también con la Guardia Civil..

     -Los pikoletos le dieron una paliza por repartir octavillas del SOC.

    Juan Manuel R. O. es considerado un tonto mayor de edad que cuando bebe gasta mala leche. Un día la familia no le dejó entrar en casa y Juan Manuel se metió en un chalé en el que no había gente y se quedó a vivir una semana. Hasta que llegaron los propietarios de vacaciones. Resultaron ser un juez y su señora esposa, de profesión abogada. Le cayeron 4 años.

     -Me pillaron dormido en el salón con la película de Titanic en el tele. Cagí una borrachera cada día.

    Otro Juan Manuel, también alcalde andaluz, ha convertido su pueblo en un República Independiente, en la que hasta los novios le piden permiso para casarse.

    -Señor alcalde, que cuándo vamos a empezar mi casa, que nos queremos casar.

     Juan Manuel Sánchez Gordillo tiene controladas y garantizadas todas las subvenciones  posibles, tanto de la Junta como del Estado, y con esa riqueza mantiene una industria en la que todos los obreros son pobres por nacencia y se les da certificado bautismal laico.

      El señor Sánchez Gordillo y el señor Diego Cañamero son experimentados científicos en la evolución de la sandez humana y bajo el manto de su religión crían pobres con afición y contento, no permitiendo que  adquieran conocimientos para no cambiar de estado. A esos pobres los inscriben en los formularios de “las paguitas” con el hueco nombre de obreros del campo, pareciendo que les ordenan en un sacerdocio de gladiadores, en el que Gordillo sería el sucesor de Espartaco.

       Aprovechando la crisis y temiendo rebajas en el peculio del Ayuntamiento, los señores Gordillo y Cañamero han sacado a sus fieles de procesión para iniciarlos en el bandolerismo, de legendaria tradición en esta parte del país y que ambos tienen por actividad reportadora de orgullo y santidad. 

        Al señor Gordillo le parece bien robar en los supermercados, porque un supermercado es fascismo comercial. Que sus 40 energúmenos amenacen hasta el llanto a las cajeras del Mercadona es un acto heroico y llevarse los carros llenos de comida del establecimiento sin pagar lo llama “expropiación” el peculiar diputado. Perseguir sus delitos es cosa de fascistas, claro está.

       Si un enfermizo delirio empujó al más famoso juez hacia el exilio, ¿por qué nos sorprende este sindiós de diputados legitimando el robo en cuadrillas?

       -El Código Penal exculpa el hecho si media necesidad -habló un estulto con buena paga que entiende el derecho como lo explica el hombre que siempre soñó con Franco.

      A Gordillo y Cañamero  no se les aparece Franco como a Garzón y como al fascismo como idea no se le pone cara, pues han decidido atacar a la carnicera del Mercadona. El revolucionario ha de estar siempre alerta. Nunca se sabe por dónde sale el enemigo.

     -¿Y  que dice la Guardia Civil de ésos pueblos andaluces en los que se roba con tanto descaro delante de la tele? ¿Y eso de los millones de los ERES, cómo va?- me pregunta desde la Demanda mi primo Agustín, que vive de serrar madera en un pueblo diez veces mas pequeño que Marinaleda.


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