martes, 6 de marzo de 2012

Marina


Ignacio Ruiz Quintano
Abc

Los cineros fueron un día a El Pardo para pedir dinero a Franco, pero Franco, que era cinéfilo, sólo les dio una idea:

¿Por qué no llevan ustedes al cine la zarzuela “Marina”?

En España el poder no se entiende sin el mar.

Franco es el pasado, pero Tomás Gómez, que es el futuro, también se ha rodeado de gentes del mar, y no lo digo por los tiburones Iglesias, martillo de fascistas, o Carmona, que vio en un sueño a Guerra y a González en una cárcel franquista.

Gómez es de Parla (bajo su vara crecieron los rumbosos rascacielos o falansterios obreros del pueblo), pero se alimenta de atún, que ahora empieza a entrar al Mediterráneo procedente del Atlántico, y tiene por mano derecha a Menéndez, hija del representante de la Marina en el 23-F.

La estrella en la exaltación de Gómez a la jefatura socialista de Madrid fue José Ricardo Martínez, sindicalista de la Ugt y consejero del Monte de Piedad del padre Piquer, de vocación marinera.

Quiero deciros una cosa, José Ricardo: esta derecha representa tres cosas, el integrismo en lo religioso, en lo económico y el ataque brutal a todos los que no piensan como ellos.

Es la sutil interpretación que hace Gómez de una teoría de Sloterdijk según la cual nos debatimos entre pensadores de tierra y pensadores de mar.

Por el Cabo de Gata, pues, corren las liebres, y por el Monte de Piedad, las sardinas.

Si Gómez ganara unas elecciones en Madrid, podría llevarse la sede del gobierno al “Uruguay” (aquel barco-prisión que la República tenía en el puerto de Barcelona), fondeado en el estanque del Retiro. Marineros de agua dulce no le faltan.

Seguir leyendo: Click