viernes, 3 de junio de 2011

Plagas de Madrid

Puerta del Sol
"Se aceptan paellas para 15 personas. Gracias..."

Ignacio Ruiz Quintano

Abc

Si todo lo que en el extranjero ven de España es el campamento de Sol, es normal que nos culpen hasta del sabor de los pepinos. Una lendrera es una lendrera, y basta con darse un garbeo por allí para que empiece a picarte el cuerpo entero. Es el socialismo utópico. El otro socialismo, el real, son las colas del Inem. Del Inem a Sol y de Sol al Inem. Miren por dónde, ahí tenemos la alternativa laica al Camino de Santiago. El negocio lo gestiona Rubalcaba, que no va a enviar a sus guardias a luchar contra las chinches y los gases de invernadero (no sé si se dice así) de los generadores eléctricos. Si de Fukushima ya están saliendo conejos sin orejas, de Sol podrían salir guardias sin porras. Hablando de prodigios, ¿tendrá que ver lo de Sol con el hecho de que por Las Ventas todavía no haya pasado un toro con casta, quitando los de Escolar (y los de Cuadri), a quien por eso los revistosos del puchero llaman “moruchero”? Sólo Rubalcaba, que es químico, lo sabe. Desde luego, el final de Sol pasa por la porra y la redoma, pero mientras ese final llega hay que admirar la justicia poética que ese campamento hace con Gallardón (¡plagas de faraón!), cuya política cultural (y esto lo ha visto incluso el amigo Pepe Campos desde Taiwán), basada en el carril, la chancla, el botellón y la meada y la bicicleta de acera nos han llevado a Sol, donde, menos meterse con Zapatero, uno puede hacer todo lo que la democracia le tiene prohibido: fumar en la jaima, beber en la calle, cantar a deshora...

Seguir leyendo: Click