martes, 25 de enero de 2011

Júbilos y jubilaciones

La capellanía en que
podría jubilarse Kaká

Ignacio Ruiz Quintano

Abc

El socialismo de corral no decae en su campaña de erradicación de vestigios franquistas: el puesto de trabajo fijo, el despido caro, y ahora, la jubilación, cuyo retraso por decreto no es sino la forma eufemística de designar su desaparición. Gracias a eso, Tomás Gómez, el Gómez de Madrid, se lleva como segunda en la lista electoral a la delegada del Gobierno en la capital, más Barranco, otro beneficiario de la jubilación esfumada, y tamaña exhibición de frutos secos por parte de un hombre como Gómez, devorador nato de atunes rojos, que le temen más que a una orca, supone la rendición incondicional del socialismo castizo a los Talibanes de la Sostenibilidad, que han descubierto otro negocio subvencionado que responde a una pregunta idiota dirigida a los pobres: si puedes chupar raíces, ¿por qué vas a comer atún? A mi lado, en el fútbol, el domingo se sentó un caballero que, en lugar de fumar una faria o de merendar un bocadillo de atún, chupaba un regaliz de palo («glycyrrhiza glabra», para el vulgo). El del Mallorca era un partido pestoso entre dos partidos importantes, pero la gente acudió al Bernabéu para apoyar a Mourinho: al empezar, todos los fotógrafos se concentraron en el banquillo del entrenador portugués, pasando de Laudrup en el banquillo visitante y de los jugadores en el césped. Esta notoriedad de Mourinho no la soportan Valdano ni los poetas de su parnasillo, que se quedan solos cantando al doncel Benzema, lo cual condena al madridismo a un espectáculo de moros (el citado Benzema) y cristianos (Ronaldo, que vale por muchos), en este caso contra el judío Aouate, perdonado hasta el escándalo por el «9» blanco, que, en materia de civilizaciones, está más por la alianza que promueve Zapatero que por el choque que describe Hungtinton. El toque pícaro-cómico lo ponía el árbitro Iturralde, y el júbilo tierno, Kaká, que ya sólo aspira al puesto de capellán en el Real.