sábado, 22 de enero de 2011

¡Fuera de Las Ventas esa "bandera pirata"!


José Ramón Márquez

I

Erre que erre con Abella, a quien sus íntimos llaman Abeya, Abella el descuidado, Abella el deshilachado. Abella que, cuan Long John Silver, ha enarbolado en la mayor la enseña negra de los Hermanos de la Costa; Abella, que cuan Juan Florin, es el amo del tesoro de Moctezuma del Espíritu Santo; Abella flameando la enseña negra en la que hay pintadas dos tibias o dos espadas y una calavera o el hierro de Domecq; Abella que está empeñado en no arriar de la mayor su enseña pirata, a ver quién es capaz de doblegarle, como a Blackbeard o a Nau, ‘El Olonés’; Abella, con la bandera pirata en Las Ventas por la protección que recibe de los poderosos: de Esperanza Aguirre y Gil de Biedma, del Chino González, de Pedro Antonio Martín Marín, de esa tríada de personajes a los que les importa un bledo que sobre la fachada de Las Ventas haya puesto Abella su Jolly Roger, un trapajo negruzco y deshilachado.

II

Quizás sería la obligación del particular Aladino de la Comunidad de Madrid, Pedro Antonio, que es hombre de evidentes luces y que jerárquicamente es el inmediato superior de nuestro Abella, alumbrar al testarudo gerente con sus instrucciones, poner luz en este asunto, iluminar con claridad esta controversia y explicarle de manera esclarecedora que la plaza de toros de Madrid debe tener en el mástil una bandera siempre nueva y resplandeciente y no un trapajo deshilado, hecho jirones y lleno de lámparas.