domingo, 16 de mayo de 2010

Décima de feria. "¡Vete a Sevilla!"

July, capricho de Sevilla; Castella, residente en Sevilla; y Luque, natural de Sevilla.
¡Vaya tres prendas del destoreo!


José Ramón Márquez

Un profeta en la televisión pública -¿para qué hará falta ese engendro?- dice a las siete y siete de la tarde que él apuesta por que esta tarde se pueden cortar cuatro orejas y, ¿por qué no?, un rabo. De nuevo vuelve a nosotros, como un boomerang, el rabo de Toribio, que ya se había cocinado para el Pasmo de Galapagar y que están dispuestos a que no se quede en la cámara frigorífica.

Más o menos a la hora en que el arúspice emitía su veredicto, se abría la puerta del chiquero para que pudiese dar sus últimos trotes por la vida terrenal el toro Listo, que ya es casualidad que le pongan ese nombre a un pobre bicho de condición tan tonta, tan soberanamente tonta y estúpida como el toro Listo, que dime de qué presumes y te diré de qué careces. El pobre toro Listo, tonto de baba y del haba, tonto del pueblo, más tonto que pichote, tonto del bolo, tontoleche, iba y venía con sus pezuñitas, con sus cuernecitos, con sus 520 kilos pesados con el cajón y con un tío encima, y enfrente de él estaba el Torero Importante, siempre importante, el niño eterno del toreo, el muñeco diabólico de la tauromaquia, el Chuki de los ruedos, para tundirle a mantazos sin ton ni son en una abyecta caricatura del toreo, en una comedia horrenda de telonazos y mantazos sin motivo y sin finalidad.
De pronto una voz, la voz de los que cada tarde entregamos dos horas y pico de nuestra vida a esta afición que es un veneno, la voz del que se rebela contra las ruedas de molino que nos echan por toneladas, dijo la gran verdad:

-¡Vete a Sevilla!

Luego salió el francés a hacerse el macho con Bailaor, que hay que echarle romero al ganadero, un tío elegante. A este Bailaor, el día de la víspera del otro Bailaor, el francés le anduvo haciendo monadas para meter miedo a los turistas, y otra voz, más queda, dijo:

- ¡Que viene Manili!

Y luego vino Luque, que no sabe el hombre lo que hacer para agradar y brindó al público. Y si me pongo a pensar, creo recordar que éste iba de azul y ya no sé más que a su segundo, que se llamaba Buenas-Tardes, con un poquito más de casta que los otros seis, le dieron una lidia de novillada sin picadores de los primeros sesenta, y que el torero tampoco se enteró de las posibilidades que el torillo le ofrecía. Ya van ocho toros de Luque en Madrid de los doce que le vamos a ver este año y la única ovación que se lleva hasta ahora es la que le han dado hoy cuando brindó su primero.

***

Los toros, con esos pesos tan falsos que les ponen, los habían traído los toreros. Los habrían revisado, requetemirado, analizado, estudiado y cambiado cuanto les haya venido en gana entre ellos, sus veedores, sus padres, apoderados y poderdantes, sus banderilleros, sus mozos de estoques, las vecinas del cuarto y cualquiera que pasase por allí; pues bien, ahí están ahora los torillos tan elegidos tirados al wc, valiente birria para un día de ‘No hay billetes’. Sin embargo, como siempre ocurre, dirán que aquél gazapeaba, que el otro reponía pronto, que el de más allá era mirón, que el coloradito no dejaba estar; como siempre la culpa irá a los toros y a no decir ni mú de la porquería de concepto que han presentado estos tres prendas del toreo hoy en La Talanquera Monumental. Siempre igual, que ya cansa.

Siempre igual. El July, el dichoso July siempre importante y lo mal que está El Cid, que es verdad, que July ha estado el hombre hecho un tío, como siempre está; pero El Cid, es que El Cid es que atraviesa unos momentos... pero July, de perlas, importante de verdad, con ese toreo suyo que es tan... importante. Bueno, pues así llevamos desde 1998, sin haber visto aún al importante dar un solo muletazo digno de ser recordado, pero el que está mal es El Cid, que no levanta cabeza el hombre, porque July... hay que verle, que no ha acabado de redondear la tarde por culpa del maldito ganado, pero hay que ver lo importante que ha estado el tío, importante de verdad, y además con esos bichos de tan poca importancia, que aquí sólo puede estar importante el torero importante. El de Valencia, el de Sevilla.