LA CRUELDAD
-Pienso que acaso la belleza, si no se basa en la crueldad, por lo menos desconoce la misericordia. El hermoso Aquiles pasa una cinta de cuero por el talón agujereado de Héctor, y atado a su carro arrastra su cabeza por el polvo. Los toros de lidia han suscitado poemas (desde los romances fronterizos a Moratín y Lorca), grabados, dibujos, tapices, óperas como Carmen, esculturas; sin ellos faltarían muchas obras de arte, desde Goya a Benlliure. Pero la útil vaca lechera sólo ha producido una canción burlesca, con su tolón, tolón como estribillo (...) Además, nuestra piedad es muy tosca y relativa. Nos impresiona más la muerte de un perro en nuestro cuarto que la de un vecino en el piso de arriba; un muerto en nuestra calle, más que cincuenta en la plaza de al lado, y estos, mucho más que un millón de chinos ahogados en el río Amarillo (...) Vamos a los toros porque sus rostros, inmóviles como caretas, no saben hacer gestos. Si el toro al recibir la estocada pusiera una cara de angustia, si el caballo herido gritase, muchos dejaríamos de asistir a las corridas. Si los ciervos llorasen, se acabarían los cotos de caza. Una tarde, en Bilbao, el torero Bombita, al tirarse a matar, vio unas lágrimas en los ojos del toro; confesó que le fue muy difícil acabar con él. En realidad, fue el único crimen de su vida.
LOS GALLOS Y LA PIEDAD / AGUSTÍN DE FOXÁ
Ignacio Ruiz Quintano