lunes, 25 de noviembre de 2024

La mano invisible

Rudiger, entre Nacho y Lucas



Ignacio Ruiz Quintano

Abc


La estrella en el fútbol español no es Mbappé, como era lo esperado, sino Adam Schmitt y su mano invisible, es decir, la mano invisible del mercado, que hoy eclipsa a la mano invisible de Maradona en Méjico.


Con los cruzados de Carvajal y Militao, el mercado de fichajes es una ruidajera alrededor del Bernabéu como la que encontraron los españoles en la plaza de México-Tenochtitlan. Todo el mundo quiere colocarle al Madrid al menos un lateral y un par de centrales. Pero si el Madrid no ha traído un entrenador, que a primera vista es lo que más le falla, ¿por qué había de traer defensas de saldo?


El goleador más peligroso del mundo es Haaland, y para ponerle la camisa de fuerza a Haaland sobra con Rudiger. Luego está el Relato, que dice que la mejor collera atacante en la Tierra es la de Lewandowski, que tiene más años que la tos, con Raphael Dias Belloli, Raphinha, que no marchó a Arabia porque no encontraron comprador quienes lo querían cambiar por Nico Williams. ¿Cuál es, entonces, el problema del Madrid? Su sistema consiste en carecer de sistema: Courtois para pararlas y Vinicius para meterlas. “Et tout le reste est littérature…”, es decir, comisiones y tertulias. Por pedir, el antimadridismo pide incluso a Sergio Ramos, dice que para ganar batallas después de muerto, como el Cid de Samuel Bronston.


En Anfield temen a Vinicius, no a Sergio Ramos. A Vinicius le han tangado el Balón de Oro, “sinjusticia” que, gracias a su carácter, lo ha hecho más fuerte. La “sinjusticia” es concepto de fray Luis de León. (Para entendernos: la “injusticia” es concreta y pasa. La “sinjusticia” es vaga y queda). Esa “sinjusticia” se veía venir desde que Valdano hizo correr la voz de que el fútbol le debía un Balón de Oro a Rodri. En Sevilla, para organizar una petición de indulto a un toro, se distribuyen por los tendidos personajes que de pronto empiezan a vocear: “¡Al campo!” “¡Ese toro, al campo!” El público no entendido, que son unos dos tercios, se contagia, y para no quedar como paletos repiten “¡Al campo!”, hasta que el clamor lleva al presidente a sacar el pañuelo amarillo. ¿Cómo no reconocer en esa primera voz desinteresada a Valdano, con su pantalón teja, sus mocasines de lazo y su melenita distraída? Tremendo favor, desde luego, el que le han hecho a Vinicius tangándole el Balón de Oro porque un namibio o un Tom de Finlandia, que deben de ver el fútbol con los comentarios de Martínez, le negaron el voto en aras del “fair play”, esa bobada inglesa que Camba definió un día como la cándida ilusión de un pueblo que creía haber descubierto una manera leal y caballeresca de pescar truchas y cazar zorras. El “fair play” del reverendo Vanderlei Luxemburgo, aquel orate que encerró en un “cuadrado mágico” a Pablo García y quería que eso fuera el Madrid, un Madrid de “fair play”, no como el de Vinicius, al que llama “provocador” para que los periodistas, ya que no los futbolistas, le hagan casito. “Tengo una imagen en la que el adversario devuelve la pelota con educación y Vinicius tira la bola al piso. En el mismo club está Modric: el rival le pone el balón en las manos y él saca de lateral”. Más su frase para la Historia: “Vinicius se irrita con las patadas como si fuese una persecución por ser negro. ¡Como si no se pudiese dar una patada!”. Y este hombre fue entrenador del Real Madrid.


El mayor desperdicio del fútbol: yo. Estoy bien así –ha escrito Adriano Leite Ribeiro en una carta a los corintios, que somos todos.


Aquí la idea era hacer de Vinicius un Adriano de la vida, pero les ha salido rana, y hoy Vinicius es el tipo más temido en Anfield. Allí cometió Courtois la mayor pifia de su carrera profesional, pero allí estaba Vinicius para levantar un 2-0 en contra.


Estamos, pues, en manos de Courtois y de Vinicius. Como siempre. Y poco, o nada, pinta ahí Ancelotti. ¿Qué en la piñata defensiva se ven los furacos de Militao y Carvajal? También en la boca de George Washington faltaban piezas y fundó los Estados Unidos de América. Para los empastes –y hasta para los implantes– está la cantera. Pero, sin comedia, decía Pla, ¿habría burguesía? Y sin mano invisible, ¿habría Ancelotti?


[Sábado, 16 de Noviembre]