sábado, 9 de noviembre de 2024

Colón


Ignacio Ruiz Quintano

Abc Cultural


Aquí lo tienen ustedes: el Año de Colón, cuya grandeza –la de Colón, no la del año– ya se le reconocía en vida por la ceremonia de hacerle salva, es decir, de hacer que se probase su comida en presencia suya, por si estaba envenenada.


Carabelas de Colón / todavía estáis a tiempo... –canturreaba tan marineramente Chicho Sánchez Ferlosio en los días de la ilusión–. ¡Atrás, a contratiempo!


Salta a la vista que con el año de Colón va a correr menos incienso que con el año de Cervantes. A Colón, de entrada, se lo asocia con una reina. “Y castellana, y reaccionaria, y católica.”


¡Ah, si pudiéramos decir que los navíos fueron armados por una república laica, con créditos votados en el Parlamento y ante una iniciativa de la mayoría socialista!


Así suspiraba Colón a manos de Foxá en una entrevista publicada en ABC hace cincuenta y cinco años. Extrañábase Colón de que todavía se hablara latín en su continente, y Foxá le aclaró que no era latín, sino español.


Ya me chocaba. Porque el único documento que llevamos en latín era una carta de los Reyes Católicos para el Gran Khan, que no fue entregada por falta de destinatario.


Por lo demás, todo el mundo sabe que Colón fue el último en llegar al Nuevo Mundo, pues antes que él pasaron por allí los normandos, los polinesios y los chinos. ¿Qué le queda, pues, a un Gobierno de progreso como el nuestro para celebrar un Año de Colón? Yo creo que, por lo menos, dos cosas: los esqueletos y las cunas.


Hay, al parecer, dos esqueletos de Colón: uno en Sevilla y otro en Santo Domingo. Hábilmente barajados por la egabrense Carmen Calvo, esos zancarrones y calavernas darían tanto juego como los papeles de barba del Archivo de Salamanca, siempre, eso sí, por encima del “cadáver” –“mon cher cadavre”– del ministro Caldera, por encima de cuyo cadáver habían de pasar, como se sabe, los papeles de barba. Y hay dos posibles cunas de Colón que nos interesan: Galicia y Cataluña. ¡Ah, qué material para el incendio en manos –las manos que las mecen– de Ancho Quintana y Pérez Carod, de Suso de Toro y de Rubert de Ventós! Yo de Carmen Calvo ya estaría aforando los millones para un par de “Cristobalias”, una en gallego, “Cristobaliña”, y la otra en catalán, “Cristoballet”, con Luis Tosar y Joel Joan, y, por supuesto, con derecho a “cameo” ministerial, como en el peliculón de María Zambrano. Que haga, ¿qué más da?, de reina Isabel o de Rodrigo de Triana: “¡Terre, terre; la voilà!”. Con dos colones.