Hughes
Pura Golosina Deportiva
Antes de otro aborrecible parón de selecciones, los cuatro goles al Osasuna (dicen que se dice sin el artículo, pero me sublevo) dejan al Madrid en una situación conocida: la gran paz institucional y la debilidad deportiva, un estado alfileteado, cogido con alfileres, en el que literalmente no saben a qué juega. Será la fortuna la que lo determine.
El desconcierto es total. Creo que tienen claro quiénes son ellos y quiénes los otros, pero poco más. Con esto, saber el amigo-enemigo, algún amigo diría que hay bastante, pero nos permitimos dudarlo. El Madrid está muy deprimido, muchos jugadores han perdido la ilusión, quizás no sólo por el fútbol, puede que por la vida.
Endrick, que era Pelé hace tres meses, sólo puede expresarse cambiando su peinado. Güler, que parecía un querubín, ya tiene en la mirada mucho rencor. Y Mbappé... Mbappé se debate entre ser Ronaldo o ser Hazard y parece ser demasiado consciente, pues listo es un rato, de que su fichaje (no tanto él) ha contribuido a desordenar un equipo campeón.
Antes del partido en ese Gran Cojón Galáctico que es el Bernabéu, volvió a desplegarse la bandera valenciana, la senyera coronada, y a sonar el emocionante himno, el "per a ofrenar"... Es muy probable que al escucharlo, Florentino estuviera pensando en lo que haría él con ese himno si le dejaran...
El Madrid siempre está. Y es verdad. Ha dado un millón de euros para las personas afectadas y Bernabéu ya ayudó al Valencia. Quizás el antimadridismo ché se reblandezca un poco.
Al ver la gran bandera valenciana yo me acordaba de Jaume Ortí, El Bonico, que fue quien puso el nombre a los Galácticos. Hay algo de desorden galáctico en este Madrid parido como un auténtico rompecabezas para un entrenador. Este Madrid tiene algo imposible dentro. Es un problema muy complejo. Sobre un mantel, cojan unas aceitunas y teoricen... verán cómo todo lleva al desequilibrio.
El 4-0 no cambia mucho en cuanto a planteamientos. La Liga permitía volver al 4-3-3 que es siempre un 4-4-2 en defensa. Valverde por el centro, para tranquilidad de Mina Bonico, y Bellingham desde la izquierda. El 4-4-2 siempre es una forma de encontrarse, de volver a "estar juntos". Así empezó el zidanismo, con el estar juntitos, con gente como Lucas, que hoy era capitán.
Pero no hay una idea nueva, no hay una fórmula nueva. El 4-4-2 y a correr, pero ¿cuántos van a correr?
Al equipo volvía Rodrygo y empezó muy bien, aunque pronto cayó en desgracia. Salió entre lágrimas y fue sustituido por Brahim, que lo primero que hizo fue un cañito de los suyos. Corrió mucho, y sobre todo hacia atrás.
Cuando nos despedíamos de Rodrygo llegó el percance de Militao, cuyos gritos traspasaron el sonido ambiente. Llevamos toda la temporada intuyendo su lesión y llegó. Era un crac anunciado. Las rodillas son el máximo dramatismo del fútbol. Quizás el único ya.
Militao fue retirado en camilla como los futbolistas-toreros y Ancelotti se vio obligado a sacar al joven Asencio. Estamos convencidos de que hizo lo posible para encontrar otra opción, "aspetta, Davide", pero no la había.
Estaba ocurriendo lo necesario en el Madrid para que Ancelotti saque un canterano: que se lesionen a la vez Militao, Alaba, Tchouameni, Lucas y Carvajal.
Las caras en el estadio eran un poema. Mucha gente estaba ya pensando en un hobby alternativo para el resto del año; y de ese horrible interrogante (en qué voy a pensar ahora cuando no me obligan a pensar) los sacó Vinicius con el 1-0, saliendo por fin de la zona oscura y flickiana del fuera de juego para marcar tras un pase con robo de Bellingham, que estuvo muy bien y marcó después el 2-0 en un único toque, tras haber "leído" Asencio su desmarque mediante un larguísimo pase.
Entre gol y gol hubo otro accidente; Lucas se lesionó. Si lo de Militao se vivió con dramatismo, lo de Lucas alguno lo pudo ver hasta bien. La acumulación de desgracias puede cambiar la suerte y tocar fondo con Lucas era un precio a pagar razonable. Pero Lucas es duro y resistió hasta el descanso. Le vendaron el muslo y se puso de bulto en el lateral, primero de defensa y luego más arriba, de extremo renco. Sólo el espectador avisado pudo notar grandes diferencias entre sus partidos contra Barcelona y Milán y esos minutos lesionado.
El carajal en la defensa ya es absoluto. Pero eso está bien. Al Madrid le viene bien, incluso a Ancelotti le viene bien. Las lesiones le dan al Madrid un aire de necesidad que les empuja a correr. Y el andar justo de efectivos reduce las opciones de Ancelotti, que ya no sabía qué hacer. El infortunio es Molowny. No hace falta Solari. En cierto modo, de Molowny en este Madrid hace la mala suerte. Ella va quitando y va poniendo cuando no se percibe pulso.
El Madrid consiste en que los jugadores, azuzados por la crisis caracolera hasta que les pueda motivar la gloria europea, corran y se junten alrededor de un esquema más o menos cercano al 4-4-2. Que se junten hasta que pase el frío y que la crisis, que es muy psicóloga, les quite el cartel de favoritos. Hay que volver a ir de pobres a Anfield.
Hubo una jugada muy curiosa antes del descanso. Un "balance defensivo" protagonizado por Mbappé, Vinicius, Bellingham y Lucas en el que el jugador cojo no fue el último en regresar.
En el descanso, una publicidad con Mbappé: "El fútbol es darlo todo".
Tener muy pocas opciones le facilita a Ancelotti sacar a Modric, que jugó toda la segunda parte al lado de Camavinga, la gran alegría del partido como mediocentro.
La mitad de los goles el Madrid los metió desde su casa, con muy poco. El 1-0 con un pase de Asencio, y el 2-0 con un saque genial de Lunin que dejó a Vinicius solo en contragolpe trepidante.
Dos goles así y los otros dos esbozando alguna presión arriba. El 1-0 fue robo de Bellingham y el 4-0 de Brahim, de nuevo para Vinicius.
El Madrid oscila entre esos instantes de presión, que sería lo suyo, y la posibilidad de echarse atrás, asegurar la portería y que los puntas supersónicos se busquen las habichuelas. Pero también debe decidirlo Ancelotti y en eso ha estado fallando.
Con 4-0 salieron los deprimidos Arda y Endrick y lo intentó el deprimidísimo Mbappé, fallón y sin confianza. Se escuchó algún silbido, el afilador del Bernabéu.
El Madrid se ha construido y hasta deconstruido para los nuevos delanteros, y todos andan cabizbajos.