Ignacio Ruiz Quintano
Abc
El bulo supremo: “Esto es una democracia”. Y de aquí, ay, todos los malentendidos que padecemos.
–La mayoría de los malentendidos –recuerda Schmitt en “El concepto de lo político” –, y ciertamente los más groseros de entre ellos (de los cuales viven, por cierto, muchos estafadores), son una traslación incorrecta de un concepto cuya raíz está en un cierto campo (sólo en la metafísica, o sólo en la moral, o sólo en la economía) a los demás dominios de la vida espiritual.
Eric Voegelin atribuyó a la secularización del espíritu la descomposición que atraviesa el mundo occidental. El terremoto de Lisboa suscitó una riada de literatura moralizante, en tanto que un acontecimiento como la devastadora gota fría en Levante, de tener alguna consecuencia política, no será en el dominio intelectual, sino en el psiquiátrico, como corresponde a la patocracia que nos hemos dado y que, vista por Voegelin, conlleva la pérdida de la primera realidad (la real) para situarnos en la segunda realidad (la imaginaria), esa realidad paralela creada por la ideología.
–El rechazo de percibir lo real no es resultado de la ignorancia, sino fruto de la voluntad deliberada de no comprender. El conflicto entre las dos realidades obliga al engaño, y el resultado no es la estafa, sino la mentira, con el fin de hacer pasar la segunda realidad por la primera.
En España, a los escolares de once años (no lo reprocho, pues yo soy de “La sociedad desescolarizada”, de Ivan Illich, y allá quienes insistan en pasarse por la escuela) les embudan el libro “Conocimiento del Medio Natural, Social y Cultural”, de SM, donde se les informa, justo antes del epígrafe “De nuevo la democracia”, que en nuestra guerra civil el bando rojo “recibió la ayuda de la Unión Soviética, que compartía su ideología liberal”. Como “boutade” no es inferior a las que suelta Joy Reid en la MSNBC, como ésa de que Trump deportará a los inmigrantes ilegales sólo “si son morenos”.
–Han creado un odio entre los grupos de color, de modo que cuando empiecen a sacar a la gente de sus hogares y a ponerla en campos de concentración, tendremos un mundo hutu-tutsi en el que a la gente no le importará.
La versión, aquí, del diario gubernamental es que la victoria de Trump (la gente sin estudios, como sabemos en este círculo vienés que es el sanchismo) da alas al movimiento feminista 4B en Estados Unidos (“¡Divórciense de sus maridos, dejen a sus novios!”), un “agit-prop” intersexual que nos hubiera escandalizado en la época de Polanco y Thomas de Windsor. Es la agonía del viejo periodismo, según Elon Musk, que para el futuro apuesta por el “citizen journalism”, que no hay que confundir con el del cómico Fésser, que extrae corazonadas electorales de pintadas pompeyanas en los baños de señoras, y luego en los pueblos de la riada tiran a los periodistas al pilón.
Como dice Aznar, nuestro Lawrence de Iraq, algo pasa en un país… cuando pasa algo.
[Martes, 12 de Noviembre]