Ignacio Ruiz Quintano
Abc Cultural
La perra de lo social no decae en España, que, como todo el mundo sabe, está constituida en un Estado social y democrático de Derecho, con todo lo que eso signifique, que yo no lo sé. Así, muerto Ángel González, nace Paulino, el parado que, palabra sobre palabra, ha ganado un concurso de himnos con una pieza a lo Gamoneda, pero después del Cervantes, cuando el tren de Matallana se convierte en un Ave que dialoga con la vía, como los de la ministra Mi Maleni. A Paulino, pues, hay que decirle lo que el torero Tomás le dijo en Linares a Sabina:
–Te brindo la muerte de este toro [valga la hipérbole] para agradecerte esas cosas que escribes y que nos dan la vida.
Escribir le ha dado la vida a un parado, lo cual viene a ser otro ejemplo de la selección natural del darwinismo, un dogma que nuestras prestigiosas universidades están dispuestas a defender incluso con la vida [de Paulino] frente a los ataques del creacionismo escondido en el caballo de Troya de los Médicos y Cirujanos por la Integridad Científica. Los campus de Vigo y de León han sido los gansos capitolinos encargados de dar la alarma.
–El que me conoce, sabe de mis ideas evolucionistas –ha declarado por escrito un decano leonés, por si cayera muerto en la batalla.
José Martí, “el amigo íntimo de Fidel Castro”, como acostumbraba contar Vanessa Redgrave a sus marujonas progres, escribía hace más de un siglo: “Tan aceptada por los hombres civilizados como la teoría de la gravitación es hoy la teoría de que el orden del Universo es el de una mente suprema trabajando silenciosa y regularmente a través de las edades, y no espasmódicamente. Nadie ha contribuido más poderosamente que Darwin a la aceptación central de esa teoría.” Menudo conflicto se le plantearía al decano leonés, de presentársele José Martí en el “campus”. Y quien dice Martí, dice Einstein, para quien tenía que haber una Inteligencia detrás de la complejidad del Universo, como dice Flew, el de ”Hay un Dios”.
Resulta conmovedor el heroísmo de estos peces gordos de la Universidad española en defensa del darwinismo, que no es sino la aplicación a toda la vida animal de la teoría de la población de Malthus: libre competencia global en la que la victoria recae sobre los animales, como dice Russell, que más se parecen a los capitalistas afortunados. La única duda es que, si tan darwinistas son estos decanos nuestros, ¿por qué no aplican el darwinismo a sus escalafones?